Una semana después de esa auténtica locura que bloqueó no solo la ciudad sino a todos nosotros, parece que van quedando en el baúl de los recuerdos las imágenes de todos esos niños que llegaron solos a Ceuta. Marruecos, en un intento a la desesperada por lavar su imagen, asegura ahora que busca a sus nacionales y se opone a que algunos de ellos sean trasladados a la Península. Los mismos que alentaron la marcha de niños y que, prácticamente, los secuestraron bajo engaños o sacándolos de las escuelas, son los que ahora vienen a justificar ante su población que harán lo posible porque estén con sus familias.
La situación es la más grave vivida en la ciudad. Cientos de niños siguen en las calles, muchos de ellos están en casas y otros tantos ya se encuentran medianamente controlados por la Ciudad Autónoma. El problemón es de una envergadura que ha desestabilizado unos recursos básicos con los que contaba Ceuta para atender la siempre tradicional presión migratoria infantil. Pero esto ha roto todos los moldes y ha puesto en alerta roja los sistemas de protección que tenemos.
Muchos de esos menores son reclamados por unos padres que todavía no han podido reunirse con ellos. Otros no han sido localizados, no se sabe dónde están. Los padres siguen emitiendo alertas para que puedan regresar a su país. Hablamos en muchos de los casos de niños muy pequeños que pueden estar expuestos a muchos peligros.
La jugada le salió redonda. Un país que engaña a su población más débil debe obtener una respuesta clara de su propio pueblo pero también una sanción internacional, porque lo que se ha hecho es un secuestro de niños, un engaño y una exposición premeditada al riesgo y a la inseguridad.
Institucionalmente se debe dar mucha más prisa en encontrar una salida a una situación tan extrema que puede acarrear consecuencias gravísimas, más aún cuando se trata de menores de edad.
Pasar página, creer que este problema ya ha pasado constituye el error gravísimo en el que podemos incurrir sobre todo cuando delante tenemos un país que ha demostrado no importarle el uso y menosprecio de su propia gente. Eso es lo que ha hecho y eso es lo que puede volver a hacer.