El nicho 299 acoge los restos del inmigrante encontrado el pasado sábado en Benzú. La autopsia confirma que su muerte se produjo entre el 24 y el 27 de diciembre, por lo que se le vincula directamente con la entrada que se produjo en la madrugada de Navidad, en la que fallecieron otros dos subsaharianos más.
Murió ahogado, él es el joven al que otros compatriotas vieron cómo se lo tragaba el mar y que no fue localizado hasta que el temporal hizo que su cuerpo saliera a flote. Ahora descansa en la Galería de San Jorge, en el patio octavo del cementerio de Santa Catalina, sin que se haya podido lograr su identificación, como ha sucedido ya en la amplia mayoría de casos de hombres, mujeres y niños cuyos restos han ido a parar a este camposanto.
Las hermanas Vedruna le acompañaron en este último adiós y el padre Miguel, de la iglesia de San José, se encargó de un rezo en el que se pidió la acogida de quien no ha podido despedirse de su familia, de quien se topó con la muerte cuando soñaba con alcanzar la vida, de quien no pudo completar un periplo marcado en demasiadas ocasiones por la tragedia, en el que Ceuta se convierte en zona de descanso definitivo que nunca fue elegida como tal. El último adiós, el definitivo, queda recogido por siempre en nuestra ciudad.