Desde 1982, año en el que abrieron sus puertas, pretenden dar el mejor servicio a sus fieles clientes. El bar-cafetería La Paloma se encuentra en la calle Linares cerca de la céntrica plaza Maestranza desde hace casi 40 años. Es un negocio familiar que decidieron abrir para mejorar en su nivel de vida y tener un sustento económico.
Isabel María Ríos Gil, hija de los propietarios, ha crecido aprendiendo de sus padres y ahora trabaja con ellos para seguir sacando el negocio adelante. Ha habido años mejores y peores pero al final, afortunadamente, siempre han podido perdurar y mantener las persianas abiertas.
“Esta cafetería la abrieron mis padres en el año 1982, tenían un trabajo que no daba mucho dinero y decidieron emprender. Desde entonces mis padres están al pie del cañón y yo comencé hace unos 6 ó 7 años echándoles una mano. También hay otra empleada más, mi compañera Silvia”, apuntó Isabel María Ríos, empleada e hija de los propietarios.
Se han tenido que ir reinventando con el paso del tiempo, según lo que demandaba la clientela. Son muchos años detrás de una barra, pero siempre escuchando al consumidor y ofreciéndole el mejor servicio. “Ellos empezaron trabajando con tapas y más dedicados a los fines de semana, descansando entre semana. Después se ha ido modificando según la época y lo que querían los clientes y empezaron con los menús porque había muchos trabajadores por la zona que los demandaban. Así han ido adaptándose a las circunstancias para seguir adelante. Vamos evolucionando según la demanda de los clientes”, señaló Ríos.
El buen café y la tortilla
Para las personas que nunca hayan acudido a ‘La Paloma’ deben saber que se destacan por su buen café y su tortilla de patata. Ingredientes caseros para que se cuente con el mejor desayuno y con diferentes menús para el mediodía dirigidos a los trabajadores del entorno.
“Aquí tenemos una tortillón de patatas que hacemos diariamente y que es muy solicitado por los clientes. Muchas veces vienen exclusivamente para comer la tortilla. También tenemos lomo en manteca y zurrapa que lo hacemos nosotros aquí. Además mucha gente nos dice que les gusta mucho el café de aquí y vienen para tomárselo”, prosiguió.
La pandemia ha influido muy negativamente en este negocio, que contaba con una gran demanda antes de que apareciera el virus. Ahora, lo llevan con esfuerzo y sacando de los ahorros para poder tirar para delante. “La verdad es que antes de que empezara la pandemia estábamos súper bien, teníamos mucho trabajo. Gracias a Dios, como nos fue tan bien, los tres meses que tuvimos que estar cerrados pudimos aguantar y pagar los gastos. Una vez que abrimos, va dando para pagar. No nos podemos quejar tal y como están las circunstancias, da para cubrir gastos, echando mano un poco de ahorro... pero vamos tirando”, finalizó Ríos.
Este negocio permanece abierto de lunes a viernes, de 07:00 hasta las 19:00 horas, en horario interrumpido ofreciéndole a los clientes los mejores productos de la ciudad.