“Muchas no habían ejercido anteriormente, nos hemos topado aquí en Ceuta con gente que acaba de empezar, chicas con papeles en regla que con la pandemia se han visto sin trabajo y abocadas a esto”. Irene Pascual es mediadora desde 2013 en el Programa ‘Salud y Mujer’ que, desde el Proyecto O’Cambalache de la Fundación Cruz Blanca, se impulsó ese mismo año en la ciudad (también existe en otros muchos lugares de España) y cuyo trabajo es principalmente apoyar a las mujeres que, por motivos diversos, ejercen la prostitución ya sea a pie de calle, en clubes o a través de lo que, en el ámbito, se conoce como el ‘sistema de pisos’.
Junto a su compañera Nuhaila Handaz, Pascual se acerca hasta ellas para ofrecer información, acompañamiento y orientación laboral. Cuentan que en estos últimos meses han contactado con 14 mujeres cuyo perfil no es el que años atrás existía en Ceuta. Y es que con el cierre de la frontera ha cambiado el ejercicio de este servicio. “Cuando empezamos en Ceuta había muchas mujeres ejerciendo la prostitución en calle, los pisos siempre estaban un poco más cerrados, pero desde que cerró la frontera el ejercicio de prostitución en calle casi no existe y también ha cambiado mucho el perfil porque ahora mismo son mujeres latinas y las usuarias que teníamos de calle no están”, comenta la trabajadora de Cruz Blanca.
Muchas de las ‘niñas’, como llama cariñosamente a las usuarias con las que antes de 2020 se trataba, alertadas cuando se habló del cierre de la frontera, regresaron a Marruecos. De hecho, el contacto con varias de ellas continúa a día de hoy. Saben también que algunas, posiblemente con situaciones difíciles en el vecino país, regresaron durante la entrada masiva de mayo. Fueron pocas y lograron acogerse a la protección internacional y cruzar a la península.
Sistema ‘de plazas’
El conocido como ‘sistema de pisos’ se organiza en base a plazas y va más allá de Ceuta, ya que va rotando generalmente cada 15 días por diferentes ciudades del país. Eso hace que actualmente las usuarias con los que trabaja el programa no tengan permanencia, sino que se van descubriendo nuevas voces y nuevos rostros a los que apoyar porque, aunque no se identifique a alguna persona detrás de ellas, “ninguna mujer ejerce la prostitución libremente”. Pascual recuerda algo tan básico porque, y en eso no hay excepción, todas tienen muchas presiones generalmente económicas detrás. “Cuentan con muchas cargas familiares”, explica.
El sistema se gesta a través de Internet. Ahí es donde está la puerta de entrada, donde los clientes solicitan los servicios y donde, también, se reservan y se intercambian “las plazas”. Y es que con el actual sistema de pisos el trabajo de las mediadoras se ha complicado mucho más. “En calle es mucho más fácil acceder a las mujeres, están ahí, en pisos es muy complicado entrar, la persona que está a cargo debe permitirte el acceso”, explica Pascual “así que hacemos prospección a través de llamadas de teléfono principalmente”. Aún así han logrado acceder a algunos donde, dice, la situación sanitaria era “mejor de lo que esperábamos”.
Orientación laboral y más posibilidades para ellas, así como información y sensibilización para el resto de la sociedad es, considera, la clave para que ninguna mujer tenga que verse entre la espada y la pared.
Sobre el Proyecto ‘Salud y Mujer’
Desde la Fundación Cruz Blanca se informa que este proyecto está financiado por subvención en régimen de concurrencia competitiva para la realización de programas que atiendan a fines de interés social, con cargo a la asignación tributaria del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas 0,7%, en el ámbito territorial de la Ciudad Autónoma de Ceuta.
PREFIERO UNE MUJER LATINA PARA QUE ME AYUDE A MI Y E EN MI CASA ,SON MAS LEGALES
Como hombre, creo que no puede haber nada mas degradante ni mas vejatorio para una mujer que ser utilizada como un "juguete" sexual por parte de unos depravados. Máxime cuando se ven abocadas a esa situación por circunstancias económicas y laborales, cuando no les queda otra cosa para vender que su propio cuerpo.
Soy un hombre, y por supuesto me gustan las mujeres. Por eso, porque me gustan las mujeres, creo que debemos tener el máximo respeto hacia ellas, como mujer y como persona. Hacia TODAS las mujeres. Alguien que las utiliza de esa manera, como mercancía sexual aprovechando sus dificultades, a mi juicio no merece la etiqueta de "hombre".
De acuerdo que siempre ha existido la prostitución, y seguirá existiendo. Pero debería ser entonces una profesión regulada y ejercida libremente, como un servicio ofrecido y solicitado desde el respeto, no motivada por una situación de vulnerabilidad económica y social.