Ha sido una constante. Jóvenes y en muchos casos menores arrojándose al agua con el ánimo de cruzar a Ceuta. Desde Marruecos llegan las imágenes de quienes luchan contra un mar embravecido arriesgando sus vidas. Los graban quienes quedan en tierra y se convierten en testigos improvisados de esta situación.
Durante toda la mañana la Guardia Civil ha recibido constantes avisos de presencia de nadadores. La compleja situación en el mar no impide este tipo de situaciones extremas en las que se pone en riesgo las vidas con grupos que se echan al agua cerca de la frontera.
A mediodía, los agentes se han hecho cargo de 5 marroquíes, dos de ellos menores de edad de entre 13 y 15 años, en plena playa del Tarajal. El grupo que intentó la salida lo formaban diez personas, pero solo estos cinco fueron los que llegaron, uno con heridas por el golpe contra las escolleras.
Atención de Cruz Roja
Siguiendo el protocolo en vigor, se dio aviso al equipo ERIE de Cruz Roja para facilitarles ropa seca y mantas, procediéndose a su posterior identificación.
Las entradas por los espigones forman parte del día a día, de ese goteo constante de entradas que solo en enero dejaron casi un centenar por la vía terrestre.
Pero también hay otras rutas como la seguida este jueves por varios adolescentes que fueron dejados en la zona de Fuente Caballos tras ser abandonados por una embarcación que huyó del lugar.
Sin posibilidad de entrega
En estos últimos días Marruecos se ha negado a aceptar los adultos nacionales que son entregados por las fuerzas de seguridad a pie de frontera incumpliéndose por tanto el acuerdo en vigor de devolución de marroquíes.
Los adolescentes llegados, muchos de ellos vecinos del mismo barrio, están acogidos en el centro de La Esperanza, en la barriada de Hadú.
Que pena me dan los pobres, arriesgando su vidas para venir, hay que ayudarles, darles una mantita y una palmadita en la espalda mientras se les lleva de nuevo a la frontera, para que cuenten de primera mano a sus familias y amigos que mejor no intentarlo. Pero que devuelvan la manta antes de irse de vuelta, que no somos una ONG