Los últimos vehículos que han aparecido calcinados en distintos puntos de la ciudad estaban matriculados en la península. De Oviedo, Barcelona o Madrid terminaron parando en Ceuta, dejando aquí un problema que cada vez está cobrando más importancia para las fuerzas de seguridad por el volumen que representa.
En lo que va de año se han quemado casi trescientos vehículos, y se hace después de que, en algunos de los casos, hayan sido desguazados o para eliminar pruebas tras la práctica de un robo. La quema de vehículos se ha convertido en un negocio para quienes lo fomentan pero en un problema para la ciudad.
El tráfico de piezas procedentes de vehículos que luego son calcinados activa un mercado fluido hacia Marruecos. La masificación del depósito de Benzú y de la propia planta de transferencia se convierten en obstáculo para que la Policía Local dote de mayor celeridad a la recogida de coches abandonados, que luego, en la calle, terminan quemados.
Este asunto, que cada vez cobra mayor peso, será abordado en el encuentro que el próximo miércoles prevé mantener el delegado del Gobierno con los mandos policiales y los representantes de la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos. Una entidad ésta que ha registrado la existencia de 400 vehículos abandonados que pueden ser pasto de llamas.