Nuevamente los ceutíes vivieron una noche mágica en los albores de San Juan. Al igual que sucede desde hace unos quince años aproximadamente, miles de caballas se dieron cita en las principales playas del litoral para festejar el soltiscio de verano. La noche más corta del año. Donde el fuego purificador se une con el ritual del agua para buscar, por encima de todo, una suerte mejor en una época donde la crisis manda en todos lados. Al menos, durante unas horas se olvidaron las preocupaciones y lo cierto es que no hubo que lamentar ningún incidente. Todo el dispositivo montado por la Ciudad Autónoma funcionó a la perfección, al igual que el comportamiento de los propios ciudadanos que buscaron por encima de todo la diversión hasta las primeras horas de la mañana. Uno de los detalles más importantes de una noche como la vivida es esa unión de las familias, donde muchos de ellos acudieron desde los abuelos hasta los más pequeños. Una manera también de fomentar la convivencia a todos los niveles