Tengo una amiga que es muy valiente. Lo sé porque he vivido muchas noches de trabajo a su lado y la he visto transformarse en una leona para culminar su trabajo laboral, hacerlo perfectamente (la verdad es que era casi imposible sacarle alguna falta) y salir con la mejor de las sonrisas.
Quizá en su intimidad (porque ella es muy pero que muy suya) esa sonrisa se transformaba en una riada de lágrimas. Un mal día le dieron esa mala noticia que nadie quiere escuchar, de las que confías en que, cuando te la tengan que confirmar, haya sido un error. Pero no lo fue.
El bicho la atacó, le hizo daño y le quitó su pelo negro y abundante durante una temporada. Pero ella seguía al pie del cañón, trabajando y regañándonos cuando consideraba que las cosas no se hacían bien. El bicho la dejó descansar durante un tiempo.
“Mi amiga es fuerte y sé que ganará esta segunda batalla; pero los recursos deben ser más”
Ahora está peleándose con él en una segunda batalla que, conociéndola, la va a ganar. Es fuerte, tiene carácter y además hay mucha gente que está esperando ya con ganas recibir ese consejo ‘a lo madre’ o esa regañina porque la mítica canción de Luz Casal del ‘no me importa nada’ parece que hay quienes la llevan grabada en la piel.
Ella, mi amiga, es una gran luchadora. Y como ella hay muchas más luchadoras, mujeres fuertes que mantienen esa guerra abierta para vencer a ese veneno que se pasea por tu vida cuando menos lo esperes, te la revuelve por completo y, en ocasiones, gana las partidas.
El próximo 19 de octubre se conmemorará el Día Contra el Cáncer de Mama, habrá actos, se leerán manifiestos, se escribirá sobre ello. Después llegarán otras conmemoraciones y días ‘d’ en el calendario. Todo lo que se haga en esa jornada estará bien para visibilizar esa enfermedad, pero de nada sirve si quienes tienen que implicarse desde sus ámbitos de poder no luchan lo necesario para que la tortura que se tiene que pasar no sea doble.
Luchar de verdad, poniendo medios para que no se tenga que cruzar al otro lado para recibir tratamiento; invertir en la sanidad pública para que los recursos sean cada vez mejores; apoyar con todo tipo de mejoras y respaldos a quienes tienen que sufrir en silencio estas bofetadas sin manos que la vida nos puede dar a todos.
Eso es ayudar de verdad, no soltar globos al aire y leer manifiestos que no van a servir para aliviar la peor de las situaciones. Mi amiga seguirá peleando por ganar esta segunda batalla. Lo sé, debe ser así porque tiene mucha gente que le quiere. ELLAS necesitan que no las olvidemos y que peleemos de verdad.






