Habíamos quedado a las cinco y media de la tarde en el salón de actos de la Facultad de Veterinarias de la Complutense, pues la Facultad de Estudios Estadísticos, que está al lado, carece de las condiciones para un evento de este tipo. Justo enfrente, al otro lado de la Carretera de la Coruña, se encuentra una de las sedes de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Es otra de las universidades en las que me he formado a lo largo de mi vida académica. Me había desplazado hasta Madrid exclusivamente para el Acto de Graduación. Llegué media hora antes, cuando las puertas aún estaban cerradas. Mientras tanto, fui a tomarme un té al bar. Me senté tranquilamente en la magnífica terraza con vistas a la arboleda del Campus y me puse a escuchar música de los Beatles.
Mientras sonaban canciones de los años 70, se acercó hasta mí un precioso gato persa de color gris. Iba atado con una larga correa, que la dueña soltó en cuanto se sentó. Le hice una caricia y se quedó un rato medio adormilado debajo de mi silla. Como si nos conociéramos de toda la vida. Poco a poco iban sonando aquellas maravillosas canciones que los fines de semana, o con motivo de alguna celebración, nos ponían por los altavoces del colegio en el que estuve internado mientras estudiaba mi Bachiller. Esta institución, el Ave-María, situada en un marco incomparable de la ciudad en la que nací, Granada, forjó mi carácter y me enseñó a ser disciplinado en los estudios. Strawberry Fields Forever, Sgt.Pepper’s, Lady Madonna, Revolution…y por fin Let It Be, una de las mejores canciones de todos los tiempos, que Mac-Cartney dedicó a su madre.
Pronto comenzaron a llegar los que habían sido mis compañeros de estudios. Todos muy jóvenes, salvo algunos que ya pintaban canas, como yo. En la graduación también estaba la promoción del Máster de Minería de Datos de 2016. Nosotros, los del Grado de Estadística Aplicada, éramos la segunda promoción tras la creación de estos estudios en la Complutense. Entre familiares, autoridades académicas, alumnos, profesores, músicos…, en pocos minutos el salón se quedó pequeño. Aunque, en principio, el Acto de Graduación parecía uno más, pronto se convirtió en un acto reivindicativo ante el representante del Rector.
El inicio del evento comenzó con la actuación de la Coral Microcosmos, que interpretó la sobrecogedora pieza Veni Creator Spiritus de R. Chapí. Entre sus casi cincuenta componentes había algunos que creo sobrepasaban los ochenta años, mientras que otras apenas llegaban a los veinte. Pero cantaban todos de maravilla. A continuación, tomó la palabra el representante del Rector, para abrir el acto. Ni una sola palabra sobre los planes de este equipo de cerrar una de las Facultades de reciente creación, de mayor éxito y aceptación entre todas las de la Complutense. Todo ello en base a la “eficiencia y la reducción de costes”. Evidentemente esto no iba a quedar así.
Tras las protocolarias palabras de bienvenida de autoridades académicas y profesores, comenzaron los discursos. Es destacable el del profesor Girón, responsable de la asignatura de Bioestadística y del Máster de la misma materia, que comenzará el próximo año. En su repaso histórico sobre la aplicación de la Estadística a las Ciencias de la Salud dio un dato que yo desconocía, pero que me sorprendió poderosamente. La epidemiología comenzó cuando se detectó que en las guerras moría más gente de enfermedades que a consecuencia de las armas. A partir de aquí desgranó con precisión las enormes contribuciones que ha hecho la estadística para el progreso de la salud humana. Yo mismo estoy experimentándolo en este momento, ayudando desde el punto de vista estadístico a evaluar el impacto de determinadas políticas públicas de atención a los enfermos de cáncer para incrementar su supervivencia.
Pero las palabras que más me hicieron reflexionar y con las que más me sentí identificado, fueron con las de mi compañero Alberto Carrillo, Premio Extraordinario al mejor expediente de la Promoción de 2016. Alberto es un joven inteligente, humilde y discreto, aparentemente frágil y tímido, pero con una personalidad, unos principios y una fortaleza de espíritu realmente sobrecogedoras. Tras sus sencillas palabras, mensajes muy profundos. El que más nos impresionó a algunos, incluida la Decana, fue cuando hizo una reflexión de por qué se había dedicado a la Estadística. “Soy estadístico por vocación”, nos dijo. Y conforme nos iba detallando los formidables servicios a la sociedad que, bajo su punto de vista, estaba dando la estadística, también animó a sus jóvenes compañeros (algunos no tan jóvenes), a que confiaran en el futuro, y a que se convencieran de que podrían hacer todo lo que quisieran si se lo proponían. Y cuando parecía que acababa el discurso, dedicando unas emocionadas palabras a sus padres presentes en el acto, llegaron las reflexiones que nos pusieron a todos en pie para aplaudir. Dirigiéndose al representante del Rector, se hizo una pregunta: ¿Quién ha dicho que esta Facultad de Estudios Estadísticos no es útil?....Yo hago hoy y aquí una seria reivindicación de su papel y me sumo al acuerdo de su Junta de Facultad, para pedir que la misma no desaparezca….” .
Evidentemente, este magnífico discurso provocó que el de la Sra. Decana girara también en torno a esta reivindicación. Quizás por ello acabó el mismo con unas palabras del ingeniero americano H. Ford: “…Se puede luchar contra las dificultades….fijaros que los aviones despegan contra el viento…”. Y también obligaron al representante del Rector a entrar al trapo de todo lo que se les había dicho, aunque saliéndose por la tangente: “….esto es la Universidad. La discrepancia y la controversia son necesarias, pues si no ocurrieran en esta institución, mal nos iría….es necesario el diálogo y que todos expongamos nuestras reivindicaciones, al objeto de adoptar las mejores decisiones….”. Esperemos que estas palabras no sean el preludio de una imposición del rectorado de la Complutense, siguiendo adelante con sus planes y cerrando una de las Facultades jóvenes de más éxito y aceptación que tienen….Y todo por puras cuestiones corporativas de algunos departamentos, que siguen encerrados en sus estudios teóricos, sin pensar que el mundo necesita también ciencia aplicada. Y finalizó el Acto de Graduación con el Gaudeamus Igitur a cargo de la Coral. Con voz muy baja, algunos le acompañamos. Era la primera vez en mi vida universitaria que sentía este himno con tanta emoción y como algo mío.