Ya tenemos nuevo Gobierno. Don Mariano es Presidente de España. Y sus más estrechos colaboradores, Ministros. En principio, nada que objetar. Ni siquiera porque uno de ellos, Luis de Guindos, ministro de economía, haya sido el representante del banco Lehman Brother para Iberia. Sí, el banco americano de las hipotecas “subprime” (hipotecas “basura”, para entendernos), que ha causado la mayor crisis financiera internacional desde el 29. No sé si mirarlo desde otra óptica. Dicen que nada mejor que una cuña de la misma madera para abrir brecha. Ya veremos.
Por fin se acaba la larga y lenta agonía del partido socialista. Aunque siguen con sus comunicados y contracomunicados en internet, y en el resto de medios de comunicación, en torno a la reivindicación de la figura de Zapatero. Posiblemente esto entrara dentro de los cálculos de los diseñadores de la campaña electoral socialista. Lo cierto es que a muchos nos produce un especial empalago esta intoxicación informativa de los que no quieren abandonar el primer plano de la escena política. ¡Váyanse de una vez!. Dejen pasar tiempo. Reflexionen. Realicen una sincera autocrítica. Reúnan a todos los hombres y mujeres de bien que aún siguen creyendo en la idea utópica del socialismo. Diseñen una estrategia creíble y posibilista para que el socialismo pueda ser nuevamente la esperanza de los trabajadores del mundo entero. Y después de todo esto, preséntense ante la ciudadanía con espíritu renovado, humildad y propósito de enmienda. Y sobre todo, ¡guarden de una vez a las viejas glorias!. Posiblemente entonces descubrirán que en torno a esa idea hay más gentes de las que Pepiño Blanco tenía en su corta agenda. Pero mientras esto llega, por favor, ¡déjennos pasar la Navidad en paz!.
Me preguntaban en un debate de la Voz del Faro en la Cope acerca del nuevo Gobierno. Mi opinión sincera, lejos de posicionamientos ideológicos, fue que consideraba que se trataba de gente con una alta preparación y solvencia técnica. Que además eran leales al que los había nombrado. Que es esencial. Y que esto les posicionaba de muy buena forma para intentar solucionar los problemas que tiene nuestro país. Sin embargo, una de las principales condiciones para el éxito está en el espíritu de diálogo y en el consenso. En esta línea se han expresado los distintos ministros. También los interlocutores sociales y otras fuerzas sociales. Habrá que estar expectantes en este sentido.
Son muchos los retos que tiene por delante este país. El primero y más importante, el desempleo. Pero también la crisis financiera, que tiene restringido el crédito a las pequeñas empresas y a todos los que quieren generar empleo hasta límites insostenibles. No es mal síntoma que el Presidente del Gobierno haya decidido coordinar personalmente los asuntos económicos. Pero la solución a estos problemas no pasa por reformas del mercado laboral, exclusivamente. Antes de esto, o de forma simultánea, hay que abordar una reforma en profundidad del mercado financiero. La banca ha de asumir la parte de “culpa” que ha tenido en la actual crisis económica. La necesaria recapitalización y saneamiento de sus activos no puede ser financiada por el sector público. Que cada palo aguante su vela. También hay que reformar la ley electoral. Y el estado de las autonomías. Y la Justicia. Un estado democrático sin una justicia ágil, carece de credibilidad ante la ciudadanía. Por esto considero que la labor del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, va a ser de las más importantes.
La crisis puede ser una oportunidad para que se negocien las reformas que son necesarias. Sin embargo, también puede ser aprovechada por personas sin escrúpulos para intentar cambios que en otras circunstancias no se habrían permitido. Sería un tremendo error que Mariano Rajoy se dejara llevar por el espejismo de creerse que todo lo puede hacer sólo, por el simple hecho de haber obtenido la mayoría absoluta.
Y en lo referente a Ceuta (también Melilla), ahora es el momento de definir, de una vez, lo que va a ser nuestro futuro. Hay dos alternativas claras. Una, dejarse llevar por los acontecimientos, escudarse en el fuerte posicionamiento de Marruecos en su reivindicación permanente de la soberanía sobre nuestro territorio. Otra, fijar las bases para un desarrollo económico sostenible de la ciudad. Nuestro espacio es limitado. Nuestros recursos naturales también. Pero frente al espíritu de permanente dependencia de la subvención pública, también hay un importante sector de la ciudadanía que reivindica su derecho a ser autosuficiente y a poder llevar a cabo sus ideas emprendedoras en igualdad de condiciones que el resto de territorios del estado español.
Está claro que el nuevo Gobierno puede optar por otras dos alternativas. La primera. La más fácil. Hacer lo que hasta ahora. Es decir, nada. La segunda, intentar acercarse al sector más activo y progresista de la sociedad ceutí. De su decisión dependerá el devenir más inmediato de una sociedad que reclama urgentemente medidas para no dejarse llevar por la desesperanza y para no seguir cayendo en el oscuro entramado de la economía sumergida y el dumping social. Convertir a Ceuta en una oportunidad de desarrollo económico, o dejarla al albur de las mafias de los más siniestros orígenes. Esta es la alternativa. También la oportunidad, que quizás el destino no nos volverá a brindar. El tiempo apremia. Mientras tanto, nuestro acercamiento al abismo más absoluto se hace cada vez más patente. Confiemos en que aún estemos a tiempo de cambiar el curso de los acontecimientos.