Lo que sucedió ayer en Ceuta es digno de una reflexión. Más allá de la actualidad que se dio en la jornada, en la que a Guardia Civil tuvo que pedir apoyo a las demás fuerzas de seguridad y a Bomberos para recuperar los distintos fardos de hachís que desde primera hora de la tarde fueron apareciendo en varias zonas costeras de la ciudad, es reseñable destacar y reprobar cómo algunos ciudadanos se lanzaron a la calle para aprovechar la situación generada en torno a este asunto e intentar robar algún fardo.
Las fuerzas de seguridad se tuvieron que emplear a fondo para recuperar la droga que aparecía flotando por las distintas playa y, a la vez, tenían que estar pendientes de custodiarla y no perderla de vista ni un solo segundo, cargándola en los coches oficiales, porque se daba la esperpéntica circunstancia de que algunos individuos habían considerado oportuno acercarse al lugar donde se encontraban los agentes para intentar apropiarse de alguno de los paquetes y, así, poder hacer negocio y sacarle algo de rentabilidad a un suceso delictivo. Lo más grave del asunto es que esto que pasó no fue algo aislado. Fueron muchos los que en la tarde del viernes decidieron saltarse las normas e intentar sacar provecho de la llegada de cerca de mil kilos de droga a las costas de Ceuta. Sin duda el más dantesco de todos fue el caso del hombre que al ver un control de la Guardia Civil no obedeció el alto y embistió contra él para escapar porque llevaba un fardo que otro hombre intentó robarle mientras se producía la detención. Un episodio perfecto con el que resumir una tarde que será recordada por ocupar la falta de civismo las calles de la ciudad. Que no se repita.