No es la primera vez que escribo sobre la responsabilidad moral de los que convirtieron el perímetro fronterizo en un polígono industrial. La pregunta sería: ¿cuántos países tienen un polígono industrial a escasos metros de otro país? Y, sobre todo, qué país con esas diferencias de calidad de vida (PIB) lo hubiera permitido. Esa es la pregunta que se tienen que hacer los ciudadanos para señalar a los responsables.
Lo cierto es que, durante muchos años, el Arroyo de Las Bombas, la Fábrica de Cervezas y la Fábrica de Ladrillos, "donde hoy esta ubicado el polígono industrial", era una zona restringida de paso y, por tanto, una zona tranquila y con un espacio de seguridad importante para los guardias civiles que realizaban su trabajo.
La situación cambió cuando a unos iluminados se les ocurrió la brillante idea de construir un polígono industrial que, entre otras cosas, fue celebrado como el mejor regalo de reyes por los dueños del terreno. Fue un gran pelotazo para unos propietarios que tenían un terreno inutilizable y sin casi valor. Sin embargo, dios -con minúscula- iluminó a unos señores que decidieron hacer un cuantioso regalo a los propietarios y otro envenenado para los guardias civiles y los ciudadanos.
La torpeza de los que decidieron acometer el polígono fue contestada acertadamente por los responsables de la Guardia Civil, que advirtieron de que la decisión no era acertada y además complicaba muy mucho la seguridad, no solo de los guardias civiles en la zona, también la seguridad en el amplio sentido de la palabra.
Sin embargo, la experiencia, profesionalidad y sabiduría de los responsables de la Guardia Civil no se tuvo en consideración y se apostó por un gran regalo de reyes para los propietarios y una gran pedrada para los guardias civiles y la seguridad ciudadana de nuestra ciudad.
En el polígono se han cometido atentados contra los guardias civiles; se apedreaba día sí, día no a los guardias; se atracaba a ciudadanos gracias a la fácil fuga de los delincuentes hacia la barriada de Príncipe Alfonso; se lanzaban bultos y drogas con la técnica del voleibol y se formaban peligrosas aglomeraciones de ciudadanos marroquíes -niños, ancianas, personas con discapacidad- que salían cargados como animales hacia el vecino país. El país, nuestro país, pasaba vergüenza ante tan lamentable e inhumano espectáculo ante la comunidad internacional.
Ahora aparece un narcotúnel en una nave utilizada con anterioridad como una marmolería. Una nave que ha costado muchas horas de trabajo localizarla para acabar con este negocio de ida y vuelta hacia el vecino país, porque esta nave también ha servido para pasar sustancias ilegales o géneros ilícitos hacia el vecino país de Marruecos.
Este trasiego de géneros en ambos sentidos nos hace pensar que Marruecos investigará con detalle los hechos para identificar a los responsables de tan exhaustivo trabajo de ingeniería para hacer el mal y crear tanta desgracia entre millones de familias en el mundo.
La aparición de este narcotúnel en "ambos sentidos" puede tener un resultado inesperado para los que se refugian en el vecino país huyendo de la justicia española, porque ahora, esos que están paseando por el vecino país deben elegir si prefieren rendir cuentas a un lado u otro del narcotúnel.
Las autoridades de Marruecos desconocen todavía -eso parece- a dónde llega el narcotúnel, pero una vez que conozcan su paradero sabrán, sin género de dudas, quién es el arquitecto y los peones de tan faraónica obra de arte. Con esta parte del cuento no contaban los responsables. Igual el escondite ya no les vale y tendrán que salir de sus madrigueras.
La Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía están realizando un brillante trabajo contra estas organizaciones criminales, también hemos conocido la detención de guardias civiles implicados presuntamente en este sucio negocio. Unos guardias a los que hay que respetarles el principio de presunción de inocencia hasta que conozcamos si son o no responsables de tan sucio delito, pero en caso de ser cómplices de tan sucio negocio, sólo hay que recordarles que el pasado 9 de febrero hizo un año que unos narcotraficantes acabaron con la vida de dos de nuestros compañeros y, que otros muchos, perdieron la vida combatiendo a estas organizaciones criminales.