En los último cinco años el Instituto Cervantes ha celebrado 110 cursos de árabe-dariya de Ceuta en los diferentes centros que tiene, con 956 matrículas en seis centros de Marruecos: Casablanca, Fez, Marrakech, Rabat, Tánger y Tetuán.
Esta es la conclusión que se saca tras un informe del Instituto Cervantes en una respuesta por escrito que el Gobierno de la Nación ha dado al senador Carles Mulet, de Compromís (integrado en el Grupo Parlamentario Izquierda Confederal), que preguntó por los cursos, publicaciones o actividades que ha emprendido el Instituto Cervantes para la enseñanza del árabe-dariya de Ceuta.
Además de los mencionados 110 cursos, se han celebrado otros cuatro cursos de árabe dialectal argelino con 41 matrículas en el centro de Argel, en los cursos académicos 2016-2017 (3 cursos, 24 matrículas) y 2017-2018 (1 curso, 17 matrículas), según la respuesta que al senador le transmitió el Gobierno.
El Instituto Cervantes, creado en 1991, es un instrumento de promoción del español y la difusión de la cultura en español en el exterior, pero también de todo su patrimonio cultural, por lo que se incluye además del español las lenguas cooficiales y también otras manifestaciones culturales que se dan en España. Ahí se incluye también idiomas o dialectos que si bien no gozan de cooficialidad, su uso está presente en algunos territorios, como es en este caso el ejemplo del árabe-dariya en nuestra ciudad.
El Instituto ha asumido casi desde sus inicios la tarea de enseñar, junto al español, las lenguas cooficiales. Todos los centros del Instituto Cervantes ofrecen a principios del año académico, junto a los cursos de español, cursos de catalán, gallego y vasco, que lógicamente solo se realizan si hay demanda.
En los cursos generales de español el número mínimo de alumnos es de 8 para niveles iniciales y de 4 en los avanzados. Bastan 3 alumnos para abrir un curso de otras lenguas españolas en cualquiera de los niveles. Hay que tener en cuenta que el Instituto Cervantes enseña la lengua como instrumento de comunicación y no como objeto de estudio filológico, cometido que corresponde a las universidades.