Después de meses esperando, por fin llegó el dvd, con subtítulos en español, del documental premiado con un Óscar en 2010 al mejor trabajo de este tipo. Lo pudimos repetir varios amigos, unas veces juntos y otras por separado, coincidiendo todos en su valor didáctico y en la inquietud y desconfianza que comunica al que se acerca a disfrutarlo. Incluso, el pasado jueves se estrenó en televisión ya doblado al español, lo que facilita el seguimiento del mismo.
El director de la película, Charles Ferguson, explica con imágenes muy apropiadas como, desde la estricta regulación y control del sector financiero americano se pasó, en los años 80 con Reagan, a una especie de contubernio entre Wall Strett y los poderes fácticos, de forma que comenzaron a generarse beneficios, sueldos y bonus importantes. La situación continuó y fue agravándose durante las presidencias de George Bush padre e incluso Clinton o Bush hijo y, por eso, los escándalos en el sector financiero se prodigaron en aquellos años sin control.
Esas mismas agencias de calificación que ahora pontifican sobre bancos, autonomías y Estados, adaptaron sus estimaciones porque el dinero de Wall Street lo dominaba todo. El documental presenta a los críticos de la situación que fueron ignorados sistemáticamente y a universidades prestigiosas, con investigadores de las mismas implicados a título personal en el escándalo financiero.
Las hipotecas se concedieron a personas sin garantía que no estaban en condiciones de pagarlas y después fueron vendidas en paquetes de inversión a compradores internacionales, con lo que el mercado financiero mundial se contaminó inmediatamente.
Muy interesantes son los pasajes dedicados a cómo el gran capital destrozó la economía de un país como Islandia, cuyo gobierno abrió la mano a los especuladores, o cuando se fotografía las flotas de aviones privados que tenían a su disposición los ejecutivos de las grandes empresas que provocaron el crack.
En 2008 estalla el sistema y el mercado inmobiliario se desploma, caen algunos grandes bancos y miles de ahorradores pierden su dinero, mientras los responsables salen indemnes y casi ninguno es procesado. La campaña de Obama pareció presagiar un cambio de actitud del gobierno americano, pero en Inside job se explica que los resultados fueron decepcionantes porque la colaboración entre Wall Street y Washington parece continuar en vigor.
La valentía del documental radica en que se presenta a esos responsables con nombres, apellidos e imágenes, se describe cuanto cobraron en bonus o sueldos y cómo continuaron en puestos de responsabilidad. Muy pocos de esos personajes aceptan contestar preguntas ante las cámaras pero, los que lo hacen, terminan nerviosos y arrepentidos de haber intentado explicar lo inexplicable.
En septiembre de 2011 se ha sabido que la Agencia Nacional de Finanzas de los Estados Unidos ha presentado una demanda por 14.000 millones de euros, contra más de una docena de bancos por valorar erróneamente los títulos hipotecarios que se concedieron en plena burbuja inmobiliaria pero, en general, la impunidad sigue siendo la nota dominante.
La enseñanza que saca el atónito espectador es que no debe fiarse de nadie ni de nada. Muchos, efectivamente, no se fían de tener sus ahorros en los bancos por solventes que sean, ya que cualquiera de ellos puede quebrar en un momento determinado, víctima de sus propios activos tóxicos o de las agencias de calificación; no confían en llevar su dinero al extranjero porque casi todos los países están en entredicho, cada uno por causas distintas; no es conveniente, dicen, guardar el metálico en casa porque, desde el euro al dólar, pueden caer o depreciarse; no se confía en comprar oro porque está a precios exorbitantes formando otra burbuja sobrevalorada; no puede invertir en bolsa porque los sustos son continuos e incierto el futuro de las empresas; no confía en el respaldo de la Unión Europea porque ésta carece de política económica común y lleva meses sin tomar decisiones definitivas y, por último, no puede gastarse esos ahorros porque todos estamos convencidos que son tiempos de disponer de cuanto más dinero contante y sonante, mejor. Por no poder fiarse, no puede hacerlo ni de su propio trabajo o empresa, ni de su pensión, ni de sus Administraciones. Un dilema.
Si después de Inside Job vemos otro documental titulado Deudocracia, éste más cercano al caso de Grecia o España y que aborda con valentía el concepto de deuda odiosa o ilícita, tendremos suficiente información sobre lo que está sucediendo en la Unión Europea y el mundo. También es conveniente buscar, otra vez en Canal plus, el trabajo periodístico El cliente nº 9. La caída de Eliot Spizer porque veremos cómo se aprovechan las debilidades sexuales de los críticos, hasta el punto de eliminar a un fiscal y posterior gobernador de Nueva York.
De todas formas, después de todos estos pensamientos que asaltan al espectador al ver Inside job, no cabe duda que los conocimientos adquiridos con el documental citado, ayudarán a capear este temporal porque seguro que los distintos países, sean del primer mundo o emergentes, tendrán que colaborar para sacarnos de este embrollo financiero que nos supera a todos.