En el año 2011, en el contexto de unos cursos sobre Responsabilidad Social Corporativa (RSC) que organizamos en la Universidad de Granada, una de las prácticas que se propusieron a los estudiantes participantes (algunos, gestores muy cualificados de empresas públicas y privadas) fue el análisis de la coherencia y veracidad de algunas de las Memoria de Sostenibilidad que publicaban empresas españolas. Un grupo de alumnos escogieron la del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada. A continuación expongo, de forma resumida, lo que se decía.
El Hospital Universitario Virgen de las Nieves (HUVN) se creó en 1953, y es uno de los grandes hospitales del Sistema Sanitario Público de Andalucía. Puede indicarse que el Hospital, en un período de 18 años, desde 1992, ha dado un cambio radical en la gestión, siendo en la actualidad pionero en la elaboración de Memorias de Sostenibilidad y en la participación de innumerables proyectos de respeto a las normas medioambientales, sociales y laborales. Internamente el control y seguimiento de los indicadores de las guías GRI y EMAS son continuos, existiendo grupos de trabajo y responsables por centro.
Las políticas de información, formación y difusión son muy importantes. También se participa en innumerables proyectos de beneficio a la comunidad y de difusión de los valores medioambientales, que ya aplican internamente con políticas contrastadas de ahorro de energía, ahorro de agua, elaboración de comidas con productos ecológicos…etc.
Quizás la debilidad más importante es que aún no se ha emprendido una política activa de implicación de los proveedores y suministradores en el proceso de RSC. Tampoco consta una política de consulta y colaboración con los trabajadores, aunque sí de formación y de información.
En general puede concluirse que el grado de cumplimiento, información y verificación de su Memoria de Sostenibilidad es muy elevado, siendo además pionero dentro del sector de hospitales públicos del Servicio Nacional de Salud.
En un magnífico artículo de opinión de estos días sobre las fusiones hospitalarias, el profesor José Ramón Repullo hace un detallado estudio de las razones a favor y en contra de las mismas. Nos dice que fusionar hospitales para ahorrar costes gerenciales o directivas es un atajo que a veces hace perder el camino principal. Sin embargo, también explica que la medicina moderna no cabe en un solo hospital, por grande que sea, por completo y terciario que se conciba o diseñe. Por eso, parece sensato, según su opinión (que yo comparto), pensar en una red de centros de distinto formato, tamaño, función y orientación de su cartera de servicios. Era lo que se pretendía en Granada, mediante un proceso que ha liderado el único hospital que tenía capacidad para hacerlo, aunque ha llegado unos cuantos años más tarde de lo debido, justo en plena crisis económica y de recortes presupuestarios.
Pero ha habido un problema. Un movimiento ciudadano espontáneo, reunido en torno a una inocente, pero tramposa frase: “dos hospitales completos”, ha conseguido parar la razonable, aunque mejorable (dos hospitales útiles), reforma sanitaria que se pretendía. Evidentemente, la Junta de Andalucía ha servido en bandeja la cabeza de algunos de los mejores y más honrados gestores que ha tenido el sistema público sanitario en los últimos años, en la creencia de que así salvarán la de los de más alto nivel. Lo hacen siempre. Esta vez se equivocan.
Detrás del “actor títere” que han colocado a la cabeza de las movilizaciones, hay poderosos intereses corporativos, económicos y políticos, que, ante todo, quieren finiquitar la sanidad pública. Intereses corporativos, de la mano de algunas “vacas sagradas” de la medicina granadina que no ven más allá de su vanidad y deseo de notoriedad. Interés económico, de aquellas grandes corporaciones que son perfectamente conscientes de la imposibilidad técnica y económica de dotar a Granada de lo que nunca ha tenido, a saber, dos hospitales completos. Bajo la oculta identidad de las redes sociales, y de cientos de cobardes anónimos que se han dedicado a mentir y ofender, esconden su deseo de colapsar al sistema público, aunque después de hacer su particular agosto. Intereses políticos, porque nadie debería dudar a estas alturas que detrás de estas movilizaciones se encuentran destacados dirigentes del Partido Popular, en una extraña alianza con la nueva directiva del Colegio de Médicos de Granada.
Capítulo aparte merece el comportamiento de Podemos en todo esto. Quizás por falta de información, o por vanidad personal de alguno de sus más activos dirigentes sanitarios, con una contrastada incapacidad para terminar los proyectos que emprende, su actuación deja mucho que desear. Aunque es legítimo participar en las movilizaciones ciudadanas, en absoluto lo es hacerlo en la cacería humana a la que han sometido a una de las personas que más ha hecho a favor de la sanidad pública granadina. Identificar el problema de la sanidad pública en una sola persona, el Viceconsejero de Salud en este caso, además de perverso, es de una ingenuidad delirante. Igual que la historia juzgó al Tribunal que condenó a muerte a Sócrates, también la historia los juzgará a ellos por condenar y masacrar a una de las pocas personas en las que se reúnen las cualidades de la profesionalidad, la honradez, y sobre todo, el compromiso ideológico, que es lo que falta en la escena política actual.
Y como siempre, los socialistas andaluces, intentando salvar la poltrona de sus amigos y plegándose a las irracionales exigencias de toda esta amalgama de intereses. Pero como en la “Hoguera de las Vanidades” de Tom Wolfe, el dinero y la fama van a ser insuficientes, también en este caso, para salvar a determinados individuos.