La historia de Mamadou, el joven fallecido en Santa Catalina
Tenía solo 22 años. Cumplidos el 10 de marzo. Era la esperanza de sus padres y de toda su familia. Por él se habían hipotecado. En él habían puesto todas sus expectativas. Pero la madrugada del 19 de noviembre se tornó en tragedia. Lo que iba a ser un pase seguro terminó en un acto despiadado y criminal.
Diallo Mamadou Siradio, el joven estudiante que había partido de Labe, en Guinea Conakry, se arrojó al agua, enfundado en una maraña de ropajes que se convirtieron en su trampa. No pudo salir por sus propios medios, no sabía nadar. Su cuerpo solo salió a flote cuando los GEAS lo localizaron a unos metros de la potente embarcación con la que le habían garantizado una entrada segura.
Un estudiante por el que se hipotecó toda su familia
Diallo, de 22 años, es el miembro de una familia humilde de Guinea Conakry en el que todos habían puesto sus esperanzas y su dinero para poder salir adelante. Él era el joven estudiante que debía probar suerte en la ruta de la inmigración para, una vez llegado a Europa, poder ayudar a todos sus familiares. Consiguió llegar hasta su frontera sur y a solo unos metros de Santa Catalina encontró la muerte al no saber nadar.
Lágrimas
Lloraron a Diallo Mamadou en Ceuta; todos los días desde hace dos semanas le lloran en Labe. Una de las tumbas del cementerio de Sidi Embarek guarda para siempre sus restos, después de haberse logrado su identificación completa y ser registrado con sus nombres y apellidos, algo que no suele darse con otros inmigrantes.
Las gestiones de la Funeraria Luza y Cuatro Culturas a través de entidades sociales lograron dar con la familia de Diallo Mamadou quienes, carentes de medios económicos, no han podido sufragar los gastos de una repatriación, de ahí que accedieran a su entierro según el rito musulmán, ya que profesaba esta religión.
Trabajadores del cementerio, pero también una veintena de inmigrantes del CETI acudieron a este acto de despedida. No le conocían, pero quisieron estar a su lado, al menos dándole el calor a un joven que, como ellos, quiso emprender una ruta para ayudar a sus familiares. No lo consiguió porque unos criminales se encargaron de que él y otros dos compatriotas fallecieran ahogados.
Los cuerpos de los otros dos fallecidos siguen esperando su entierro. De uno nada se sabe, ni siquiera hay una pista que pueda conducir a los investigadores a su identificación. Nadie le conoce, nadie lo ha reclamado.
Kabá, su compañero de ruta
El otro joven se sabe que se llama Kabá, gracias al ropaje que llevaba y a que varios inmigrantes del CETI lo han reconocido como uno de los compañeros con el que compartieron ruta y espera en Marruecos.
Tres cadáveres pero también un pasaporte que fue encontrado por la Guardia Civil y que se corresponde con otro subsahariano que no aparece: ni se encuentra en el centro de acogida con los demás supervivientes ni tampoco se ha recuperado su cadáver.
El Instituto Armado solo tiene este documento al que intenta ‘casar’ con su legítimo dueño. Un familiar de la persona titular del mismo se desplazó ayer a Ceuta. Se trata de un primo residente en Holanda que quiso asistir al entierro de Diallo Mamadou y que ayer pudo ver los tres cuerpos embalsamados sin lograr identificarlos.
Ha conversado con residentes del CETI para intentar dar con su familiar, de momento sin éxito. El pasaporte es la gran incógnita de una historia migratoria marcada por la tragedia.
Murió atrapado en el mar pero no fue enterrado solo
Diallo Mamadou murió ahogado, atrapado en un mar tranquilo, atrapado también en el miedo de quien no sabe nadar y huye de unos minutos frenéticos controlados a su interés por unos criminales. En su última despedida Diallo recibió un entierro digno, arropado por personas que aunque no le conocían rezaron por él y no le dejaron aislado en este último adiós.