“Esos hijos de puta me han matado”. Dris Amar, el cabo de Regulares asesinado este lunes en la barriada del Príncipe, en Ceuta, manifestó estas palabras al agente de la Policía Nacional que estaba intentando parar la hemorragia que sufría en la pierna izquierda, dentro del garaje del antiguo Poblado Legionario en donde sufrió la emboscada.
Con dos torniquetes en sus extremidades, se le intentaba mantener consciente mientras la ambulancia llegaba para trasladarlo, ya en estado muy grave, al hospital universitario en cuya UCI fallecería horas después.
A Dris le dio tiempo a dar el nombre de uno de los tres detenidos, su propio vecino, que ahora se encuentra en prisión preventiva junto al resto por delitos de asesinato, tentativa de homicidio, tenencia ilícita de armas, atentado y allanamiento de morada.
A Dris no lo mataron por error, tampoco se equivocaron. Pasados los días y analizados todos los detalles en torno a este crimen, a la Policía no le queda duda: “Fue algo perfectamente coordinado y ejecutado”. Así se recoge en la investigación de la Udyco a cuyo contenido ha tenido acceso El Faro de Ceuta, en la que se mencionan los últimos momentos con vida del cabo de Regulares, en los que pudo trasladar algún dato del suceso hasta quedar inconsciente.
Una investigación presentada ya en el juzgado en forma de atestado, que ayuda a rehacer una cronología de lo que realmente ocurrió en la madrugada del 10 de octubre.
A Dris Amar lo habían acribillado con disparos dirigidos tanto a las piernas como a la parte de la cintura y el vientre. La Policía lo encontró desangrándose entre unos coches después de enfrentarse a tiros con dos de los tres sospechosos - ‘Popis’ y ‘Castaña’- cuando estos huían del lugar al ser advertidos de la llegada de los agentes. Una llegada que fue puramente casual.
En el marco de la Operación Plomo, y después de que unidades de la UIP y de la Udyco fueran apabulladas a piedras en el Príncipe, se había dado orden por parte de la Jefatura Superior de subir al barrio cada día, sin pausa, hasta dar con los implicados y con las personas que se encuentran en busca y captura para terminar así con una escalada de violencia que había superado todos los límites.
Poco antes de escucharse los tiros en el interior del garaje del Poblado Legionario, dos agentes de la Udyco que ocupaban un vehículo camuflado observaron a un individuo en modo vigilante por las inmediaciones del lugar. Nada hacía sospechar entonces lo que iba a ocurrir pero sí que ese detalle les llevó a quedarse en el lugar.
Tal y como han declarado los agentes, una ráfaga de detonaciones les llevó a acceder al lugar siguiendo el sonido de los disparos hasta que cesaron. Dentro de las instalaciones se toparon primero con un varón enfundado en ropa oscura y parcialmente tapado que pretendía huir del garaje por la misma dirección en la que entraban los policías. Era el ‘Castaña’, reconocido por los agentes sin duda alguna.
Al grito de ‘alto policía’ le ordenaron frenar su huida, momento en el que según la declaración policial apareció otro de los detenidos, el apodado ‘Popis’, comenzando ambos a disparar contra los agentes tras reconocerlos como miembros de la Udyco.
Los policías respondieron disparando, haciendo constar en sus declaraciones que vieron peligrar su integridad física y viéndose obligados a buscar protección tras unos vehículos. ‘Popis’ y ‘Castaña’, según la recreación de los hechos, huyeron en dirección al ascensor, contando para ello con el apoyo del apodado ‘Colombo’ ocultándose en viviendas del Poblado Legionario. El último en la suya propia, los otros dos en la de una vecina a la que coaccionaron para que les dejara entrar en morada ajena.
Los policías reclamaron el apoyo de unidades de la UPR, que accedieron al garaje de inmediato. En un punto más alejado del lugar en el que se produjo el enfrentamiento a tiros entre agentes y sospechosos, fue donde se localizó a Dris Amar, herido de gravedad.
Los policías intentaron parar la hemorragia, haciendo dos torniquetes con sus propios cinturones, uno en cada extremidad. “Esos hijos de puta me han matado”, llegó a manifestar Dris, a quien los agentes intentaban mantener consciente en todo momento para que el herido pudiera aportar datos clave para la investigación.
Hasta el último instante Dris colaboró, se identificó como militar y dijo que le habían disparado dos personas y que les había ayudado su propio vecino. La víctima los había reconocido y aguantó lo que pudo hasta morir en el hospital. Le mataron sabiendo quién era y encerrándolo en el garaje sin tener escapatoria, detalles que de momento han llevado a calificar los hechos como asesinato, añadiendo a ese delito la tentativa de homicidio respecto de los agentes que fueron tiroteados.
En el escenario, la Policía Científica recuperó casquillos y tomó gran cantidad de muestras para analizar. Los resultados quedarán recogidos en el informe que se debe presentar en el Juzgado de Instrucción número 2 que asume el caso.
Al garaje en donde se produjo el crimen solo se podía acceder de dos maneras y para usar el ascensor era necesario que alguien facilitara una llave y posteriormente les guiara por el camino de huida retirando vainas para evitar la identificación de las armas. Todo se había preparado para que nada saliera mal. Todo excepto que no contaron con la sorpresa que para los implicados supuso que la Policía estuviera allí. Eso desbarató el plan, que no era otro que terminar de disparar a Dris Amar como habían planificado sin dejar testigos.
La Policía blindó de inmediato todo el antiguo Poblado Legionario con unidades de la UIP, UPR e Información, además de Seguridad Ciudadana, a sabiendas de que los sospechosos estaban en el interior de alguna de las casas. Contaron con ayuda y colaboración de testigos que los habían visto escapar, una orientación determinante para concretar las casas y solicitar entradas y registros a contrarreloj.
Tras contar con el beneplácito judicial para acceder lo hicieron y así, uno por uno, fueron practicando arrestos. Los tres se habían cambiado de ropa pero en los registros la Policía encontró pasamontañas, prendas negras y abundante munición de distintos calibres.
La UIP pudo recuperar el arma despiezada que uno de los detenidos arrojó en su intento de escapada, no así un teléfono que se lanzó desde la terraza de la vivienda en la que se escondían.
Desde el pasado miércoles los tres detenidos horas después del crimen permanecen en prisión mientras queda por tomar declaración a posibles testigos de los hechos, así como practicar nuevas diligencias.
Miembros de la familia Amar han sufrido amenazas a través de publicaciones en Instagram, el canal que se ha convertido en válvula de escape para la difusión de contenidos y fotografías de todo tipo con amenazas directas, algunas atentatorias contra la vida de las personas cuyos rostros se han difundido de manera masiva.
Al cabo Dris Amar le hicieron ayer un homenaje privado en Sidi Embarek a cargo de Regulares. Las condolencias siguen haciéndose públicas en redes sociales, mientras la Justicia trabaja para hacer lo que sabe.
El titular del Juzgado de Instrucción número 3, de guardia esta semana y encargado de dictar los autos de prisión, tuvo que hacer varias comparecencias con los detenidos presentados por la Policía. La razón es que tenían causas pendientes, constando órdenes de busca y captura en vigor.
En el rosario de procedimientos judiciales por los que debían responder constan casos como disparos a una vivienda en el Poblado Legionario, a un joven en la barriada del Príncipe hace unas semanas o un secuestro con lesiones ocurrido a finales de septiembre y bajo investigación.
La Policía vincula además a uno de ellos con los apedreamientos del viernes 7 de octubre que dejaron a siete agentes del CNP heridos. Los detenidos niegan los hechos.
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