Ayer fueron recibidos oficialmente los nuevos 15 residentes que ya están adscritos al Área Sanitaria de Ceuta. Su objetivo ahora es convertirse en médicos o enfermeros tras un proceso de aprendizaje que el sistema sanitario tiene perfectamente definido en los hospitales públicos desde hace años.
En la presentación, los responsables del Ingesa ya reconocieron que algunos de ellos han llegado hasta la ciudad por elección propia y que otros lo han hecho porque no han podido seleccionar otra alternativa. En cualquier caso, la misión ahora de sus tutores pasa porque tengan la mejor de las formaciones, pero también tienen que estimular a estos profesionales a que se sientan atraídos para desarrollar en Ceuta su carrera profesional.
Ese es precisamente uno de los handicaps que tiene el área sanitaria y la profesión asistencial en general, fidelizar a las nuevas generaciones y que encuentren las condiciones laborales idóneas para su incorporación al hospital de la ciudad. Esa tarea no compete en exclusiva a los médicos y enfermeras que les enseñarán los entresijos de su nuevo trabajo, sino a los responsables políticos y técnicos del área sanitaria.
La situación a día de hoy es que casi el 30% de los galenos que trabajan en Ceuta tiene más de 65 años y que la llamada “fuga de batas blancas” de quienes buscan incluso en otros países unas mejores retribuciones no ha cesado en los últimos años en todo el país.
Para atraer a quienes llegan ahora, sería recomendable que el nivel de crispación sobre la sanidad de Ceuta se reduzca en la medida de lo posible. La solución es compleja, pero pasa ineludiblemente por una mayor apuesta en la mejora de las prestaciones a los usuarios y por dignificar las condiciones de sus profesionales.