No es la imagen deseada. Ni el final que se esperaba. Pero cuando las tensiones se acumulan termina sucediendo lo de ayer tarde noche, que no es más que la lectura de un fracaso de la convivencia que tanto y tanto tiempo se ha cuidado y mantenido. Las cargas de la Policía, las detenciones, los disturbios, los destrozos, la crispación y el odio no son los ingredientes de una buena lectura de hechos. Si en algo sí que todos van a coincidir hoy es en condenar el resultado final de unos hechos que se temían. Se vieron escenas lamentables: insultos, empujones, destrozos, rotura de árboles, daños en vehículos policiales, odio... pero hay escenas para la esperanza, como la encarnada por esa mujer musulmana limpiando las flores destrozadas en el Cristo del puente para colocar otras. Esa imagen valorada, apreciada y símbolo del respeto que buena parte de esta tierra se ha tenido durante muchos años y que no puede ser quebrado ni pisoteado por intereses políticos.
Nadie puede apoyar los disturbios producidos ayer. Tampoco los insultos. Son posturas que no deben respetarse en una convivencia normal. Porque cuando cobra fuerza el odio perdemos todos. En esta lectura de condena tiene que hacer un buen examen de conciencia la formación Vox, que se negó a firmar una declaración de la junta de portavoces en pro de la convivencia y optó por tensionar la situación con discursos de su número 1, Santiago Abascal, hacia una parte muy importante de esta sociedad. La cúpula de Vox en Ceuta, con sus gestos, aprueba lo que dice su líder, festeja sus manifestaciones y se jacta de provocar reacciones adversas y contrarias como la que se produjo ayer. No pueden buscar culpables fuera, porque es esta formación la que con sus comportamientos insiste en echar gasolina, en insultar continuamente a buena parte de la población, en menospreciar a los medios de comunicación a los que luego convocan de manera cobarde porque no son capaces de responder a sus preguntas, porque no hablan más allá de las redes sociales y de declaraciones.
Lo hace Vox en Ceuta y lo hace su líder, que se niega a ofrecer una rueda de prensa en condiciones y termina insultando al resto, afeando a personas de Ceuta que son españolas sea cual sea su religión equiparándolas con promarroquíes. Ceuta, en plena crisis como la que se está viviendo, no necesita este tipo de provocaciones. Aquí hemos sufrido un chantaje de Marruecos y la entrada de miles de personas, y en 24 horas se ha presentado en Ceuta un presidente del Gobierno y hemos tenido a una ministra de Defensa que ha enarbolado un mensaje claro hacia Marruecos. Se ha constituido un gabinete de crisis urgente para volcarse con Ceuta y se han hecho gestiones para parar la entrada de marroquíes vía devoluciones exprés y cortes de entradas. Esto lo ha hecho un gobierno actual y demócrata con el apoyo de las demás formaciones porque es el apoyo y el ejemplo que se necesita para Ceuta. Lo demás son payasadas y provocaciones que han terminado por enfrentar a la sociedad, por avivar el fuego y por distraer a la Policía en otros menesteres cuando debe estar en su único objetivo: devolver a Ceuta a la normalidad.
Total rechazo a cualquier acto violento sin paliativo, pero incubamos el huevo de la serpiente y aquí tenemos los resultados una ciudad machacada por una crisis monumental y donde la convivencia requiere una especiales dosis de solidaridad ya que o salimos todos juntos o no salimos a germinado el odio impulsado por unos intereses que no tienen nada que ver con Ceuta pero convenientemente utilizado lograron los resultados interesados y estos activistas cuando acaban su periplo ceutí bien por destino o residencia cogen el barco y aquí nos quedamos los de siempre los que tenemos a nuestros difuntos en Santa Catalina o Sidi Embarek, bien sabemos los caballas que por cuestiones de estudio, trabajo o deportivo nos desplazamos a la península nos llaman moro, da igual que te apellides Gonzalez o Mohamed y la realidad que a este individuo que llama a la mitad de los caballas quinta columna, lo votan 12.000 ceutíes.