Lo cierto es que llevamos muchos días soportando una presión migratoria que no hemos conocido en Ceuta en los últimos veinticinco años. Es una realidad. Unos momentos que solamente pueden ser comparados con la situación que se vivió el once de octubre de 1995 con los incidentes del Angulo y todas las complicaciones que vinieron con posterioridad, como fue la apertura de aquel vergonzante campamento de Calamocarro, porque entonces no había otro lugar donde darles cobijo. Y en estos cinco días de infarto no queda más remedio que abrir una puerta para felicitar el comportamiento que han tenido tanto los agentes de la UIP y los GRS en particular y el resto de miembros del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil que han intervenido en todos los operativos que se han montado durante estas fechas. Por supuesto, que algunos dirán que son profesionales y que es una consecuencia de su trabajo, pero lo cierto es que han estado, prácticamente, en estado de alerta durante veinticuatro horas por veinticuatro horas. Así es de manera clara. Han tenido un comportamiento ejemplar porque no olvidemos que su misión era muy clara la defensa de la frontera de España ante intentos de entrada de manera irregular. Cuestión diferente es que se pueda hablar de esa necesidad que tienen los subsaharianos de buscar una vida mejor y que en esa desesperación buscan mil y una vueltas para lograr su objetivo, pero del otro lado, también hay unos profesionales que tienen una obligación muy clara.