Los últimos directores provinciales del Ministerio de Educación en Ceuta han logrado disipar la eterna sombra de conchabeo que rodeaba hasta hace unos años cada proceso de escolarización en la ciudad, donde algunos lograban meter a sus allegados en el centro que preferían a costa de quienes carecían de contactos. También han conseguido reducir las ratios por debajo de los máximos legales en Infantil terminando también con la flexibilización de las mismas a gusto del consumidor, ya fuesen familias o colegios.
Es un mérito que corresponde tanto a los responsables políticos del departamento como a sus funcionarios, que lidian con unos Servicios Centrales empeñados en dirigir a mil kilómetros de distancia la Educación en Ceuta sin descentralizar o delegar competencias ni para lo más nimio a pesar de su probada falta de diligencia para gestionar lo grueso.
Se trata de un Ministerio cuyos titulares solo gestionan dos ciudades que en muchos casos ni siquiera visitan nunca y que es incapaz ya no de iniciar, sino ni de licitar siquiera, obras imprescindibles como la del Brull. Tampoco ha dado ninguna explicación sobre la demora acumulada, una nimiedad si se compara con las décadas que lleva la normativa de los centros sin actualizarse.
La Secretaría de Estado publicó ayer la Resolución que ordenará la admisión de alumnado para el próximo curso, que comenzará sin novedades ni nuevos equipamientos, los que se necesitan, tal y como lleva años reclamando el Consejo Escolar del Estado, para poder atender las singularidades del alumnado ceutí, esas que el Ministerio se limita a señalar que hacen incomparables sus tasas de fracaso y abandono escolar con las de otras regiones. Donde se deberían poner más recursos para equiparar los resultados académicos, en el mejor de los casos sólo se hallan excusas para justificar su ausencia.