Nunca había estado en un encuentro literario tan numeroso. No sé si éramos 200 o 300 personas. El salón de actos estaba lleno. Se celebraba en el Parque de las Ciencias de Granada, en un día entre semana y a una hora de la tarde ya bastante avanzada. En el escenario dos personas. El escritor, Antonio Muñoz Molina. El entrevistador, el profesor Juan Mata. El propósito era hablar del último libro del escritor, "Volver a dónde". Sólo una institución tan emblemática de Granada como el Parque de las Ciencias, y un escritor de la talla de Muñoz Molina, polían reunir a tanta gente.
“No es la primera vez que en Parque de las Ciencias de Granada se celebran actos de este tipo. El último al que yo asistí fue justo antes del confinamiento por la pandemia”
No es la primera vez que en el Parque de las Ciencias de Granada se celebran actos de este tipo. El último al que yo asistí fue justo antes del confinamiento por la pandemia. En aquella ocasión, el encuentro era con el músico y médico Jorge Drexler. El acto lo moderaba Miguel Ríos y en el debate también participaba el científico del CSIC Juan Manuel García Ruiz. En aquella ocasión el acto estuvo amenizado por la música del propio cantante y compositor, que acertó plenamente con la selección de composiciones efectuada. En el acto de esta semana no había música, pero el interés y expectación por todo lo que allí se decía también fue máxima. La selección de pasajes y recuerdos para el debate, fueron muy oportunos. En ambos actos, el público estaba totalmente “entregado”. Y en los dos eventos sacamos grandes enseñanzas respecto al tiempo, la belleza, la soledad, la ciencia, la sociedad, el ser humano, la familia, la educación, los recuerdos…
“Gracias a la inercia que siguen produciendo años de buen hacer del que fuera su director, Ernesto Páramo, y el magnífico equipo humano del que supo rodearse”
Como nos explicó el propio autor, durante el tiempo de confinamiento, nuestra realidad se circunscribía a las cuatro paredes de nuestra casa y, con suerte, a nuestra terraza, que nos permitía seguir en contacto con la realidad. Paradójicamente, esta situación ha tenido un efecto importante en nuestros recuerdos, ahora no necesitados de excesivas superposiciones, ni reconstrucciones artificiales, dado que nuestro entorno estaba reducido a la mínima expresión y ello nos permitía dedicar más tiempo a pensar en nuestro pasado. De esta forma, para poder mantenernos en pie, ha sido necesario volver a estos recuerdos, para así hacer un análisis crítico de los mismos sin rencor y comenzar una especie de viaje en el tiempo que nos transportara al día después de esta terrible pandemia.
Mediante esta estrategia de supervivencia, el autor nos relató a los allí presentes, cómo había ido construyendo su día a día, que ahora lo trasladaba a las páginas de este libro, en las que se realiza una mirada de la España actual. Y compartió con nosotros las enseñanzas que la pandemia le habían dado. La primera, su enorme y profundo respeto por la Ciencia (con mayúscula). Según sus palabras, y las de algunos de los asistentes, la ciencia no es algo que pueda improvisarse. Tampoco, algo que deba desatenderse, como lamentablemente se había hecho en nuestro país hasta ese momento. La rapidez en la elaboración de la vacuna no ha sido casualidad. Ha sido el fruto de la paciencia y del buen hacer de esos callados científicos que hace más de 10 años supieron ver y descubrir, las potencialidades del ADN mensajero. El mismo que ha hecho posible hoy el “milagro”.
También tuvo palabras para reconocer el valor de lo Público (también con mayúscula). Solo lo público es capaz de hacer frente de forma eficiente a los desastres que nos están viniendo, la pandemia por ejemplo, y los que quedan por venir. Sólo unas instituciones fuertes y cohesionadas serán capaces de preservar nuestra civilización de los problemas que se nos avecinan. En este sentido, nos recordó sus vivencias de la destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York y de cuáles fueron las claves para superar colectivamente dicha situación.
Pese al reconocimiento de que la nueva normalidad nos dará oportunidades para que la humanidad avance, también nos dejó constancia de su dolorosa percepción de que en este nuevo mundo nacido de una crisis global sin precedentes “aún prevalecen unas prácticas dañinas que podríamos haber dejado atrás”. Pero bueno, ahora toca disfrutar con la lectura de este libro y reflexionar con él sobre nuestras propias experiencias y enseñanzas en la pandemia.
Por mi parte, seguir reconociendo que, pese a las dificultades por las que está atravesando, a consecuencia de la legión de “burócratas” que no saben ver más allá de los árboles del bosque, el Parque de las Ciencias de Granada sigue atesorando el valor de no dejar a nadie indiferente con las actividades que realiza. En parte, gracias a la inercia que siguen produciendo años de buen hacer del que fuera su director, Ernesto Páramo, y el magnífico equipo humano del que supo rodearse. Pero también, gracias a la callada labor, y no menos difícil tarea, de su nuevo director, el paleontólogo e investigador Luis Alcalá, al que todos deseamos lo mejor en esta labor.
Magnífico artículo con el respeto y la admiración por el escritor Muñoz Molina, los que trabajan en el Parque de las Ciencias de Granada y los que defendemos el estado del bienestar. Solo que la vacuna es con el ARN mensajero