He leído con interés gran parte del contenido de la última revista del Ministerio de Empleo y Seguridad Social español sobre migraciones internacionales. En concreto su número 115, cuyo enlace es facilitado periódicamente a los empleados públicos por su negociado de comunicación.
El tema que se aborda es apasionante, al menos en el título. Aunque se trata de un análisis de la Ley 14/2013, de Apoyo a los Emprendedores y su Internacionalización, al año de su entrada en vigor. Lástima que, pese a ser una revista pagada con fondos públicos, no se hayan escogido trabajos de una mayor variedad ideológica. Altos cargos de la administración actual, más algún representante de uno de los bufetes de abogados laboralistas que más se han destacado en su labor de asesoramiento y apoyo al gobierno de Rajoy en su reforma laboral. Pero estamos en periodo preelectoral.
En su momento no le presté mucha atención a esta Ley, pese a que se anunció a bombo y platillo, presentándose como una novedad que situaba a España entre los países que conciben la inmigración debidamente ordenada como un factor de crecimiento económico, competitividad y creación de puestos de trabajo, alineándose con las tesis internacionales que vinculan la migración y el emprendimiento como factores de ordenación de los flujos migratorios. De esta forma, nos dicen, la política migratoria española entra en la dinámica que viene caracterizando a otros países de la OCDE, que han modificado sus legislaciones en dos sentidos. Para favorecer la entrada de migrantes altamente cualificados e inversores, por un lado, y para facilitar la movilidad internacional de sus empresas y sus cuadros directivos, por otro.
Respecto a la primera parte hay que destacar algunos datos extraídos del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) y de la Muestra Continua de Vidas Laborales (MCVL). La tasa de emprendedores disminuyó en España entre 2008 y 2010, pero aumentó en 2011. También disminuyó el flujo de inmigración en esos años. De toda la actividad emprendedora, el 88,33% corresponde a españoles y solo el 9,56% a extranjeros. Por sexos, entre los españoles hay más hombres emprendedores que mujeres. Al contrario ocurre entre los extranjeros. Por edades, el emprendimiento inmigrante se concentra entre 23-34 años (33,2%) y 35-44 (44,09%). Por países destacan los empresarios chinos, argentinos, rumanos y marroquíes. Respecto al nivel de estudios, en 2011 aumenta la proporción de emprendedores con estudios primarios y disminuye la de los que tienen estudios secundarios o superiores. Es un emprendimiento de supervivencia frente a la crisis.
La segunda parte, para mi sorpresa, lo que hace es justificar, en términos generales, que en una Ley de este cariz se haya introducido una reforma de política migratoria, actualmente regulada por Ley Orgánica, sin que para ello se hayan tenido en cuenta a los agentes sociales, o a las Comunidades Autónomas, en aquellos aspectos en los que son competentes. En definitiva, lo que se regula es desligar la situación nacional de empleo de los permisos que se concedan a emprendedores, pero sin hacerlo reformando la Ley de Extranjería y sin negociar con los agentes sociales. Es decir, a los “talentos” se les podrá contratar, aunque tengamos “talentos” nacionales parados. Y para justificarlo, se recurre a que este modelo supone un apoyo a la internacionalización de la economía española y de una forma para que las empresas se abran al talento extranjero.
Ya el Consejo Económico y Social (CES), en su dictamen previo a la aprobación de esta Ley, manifestó su desacuerdo en muchos puntos. Especialmente en lo referente al apartado dedicado fomento de la internacionalización y la movilidad internacional. Expresamente recoge lo siguiente: “…no parece oportuno en opinión del CES incluir en este Anteproyecto temas más relacionados con la política de inmigración, contemplados ya en una Ley Orgánica, con la actividad emprendedora, y que al estar ya regulados en otros cuerpos legales, podrían generar una superposición normativa, además de añadir confusión sobre situaciones ya regulados…toda regulación sobre estas materias debería tener en cuenta tanto la normativa comunitaria, como contar con la participación de los interlocutores económicos y sociales en todo el proceso”.
Pero además de lo anterior, como ya se dice en otra parte de la revista, con dicha Ley no se trata de atender a la escasez de profesionales altamente cualificados, como en el caso alemán o inglés, a través de la atracción de un elevadísimo número de profesionales altamente cualificados, pues desgraciadamente el modelo productivo español no está enfocado a la innovación. De lo que se trata es de que “las empresas se abran al talento extranjero como elemento de internacionalización de la economía y las empresas”. Y precisamente aquí está el problema. El grave problema. Al contrario de lo que ocurre en países como Inglaterra o Alemania, que sus inversiones en I+D y en educación no paran de crecer, y por esta razón, sus necesidades de nuevos talentos son también altas; en España, cuya situación es precisamente todo lo contrario, abrir las puertas al talento extranjero podría suponer condenar a los nuestros, que los hay y muy buenos, a coger las maletas y marcharse fuera de nuestro país. Así somos de “quijotes”.
Es decir, hemos hecho una Ley a la medida de algunos inversores internacionales y de las necesidades de algunas multinacionales, pero nos hemos olvidado de nuestros jóvenes talentos. O dicho de otra forma. Queremos importar talento exterior a bajo coste, por un lado, mientras expulsamos a nuestros jóvenes fuera de nuestras fronteras. ¡Menuda forma de promocionar la Marca España!.
Los tristes resultados de esta “magnífica” reforma se ven en la última parte del informe de situación de la aplicación de la Ley, que aparece al final de la revista. Algo menos de 379 millones de inversiones en inmuebles, 37,5 millones en activos financieros, 12.685 empleos directos e indirectos a nivel nacional, y 233,8 nuevos emprendedores. Estas son las medidas propiciadas por el gobierno de Rajoy para apoyar a los emprendedores y la internacionalización de las empresas.
Y luego, mi amigo José Luis Sastre nos dice que no caben más tontos en España. Pues sí. Esto es un vivo ejemplo de ello. También de “populismo” del rancio. El del Partido Popular.