Hasta la directora gerente del Fondo Monetario Internacional ha reclamado que a los bancos en dificultades se les rescate directamente, sin que esos préstamos pasen por los Estados, para evitar así que computen como deuda y eleven artificialmente la prima de riesgo. Pero la señora Merkel, que defiende como nadie la mezquindad de los banqueros alemanes, no entra por ahí. Seguirá así hasta que nos vea extenuados. Sin recursos. Suplicando una ayuda. Es su forma de dominar Europa. Pero esta manera de actuar va a tener sus consecuencias. No solo para los miles de ciudadanos españoles, griegos, portugueses o irlandeses, que lo han perdido todo. También las tendrá para los alemanes. Sobre todo si finalmente se rompe el sistema que tanto costó construir.
En un magnífico artículo del pasado viernes, el profesor de la Universidad de Barcelona, Félix Ovejero, nos explica de forma muy didáctica por qué las decisiones económicas no pueden prescindir de las consideraciones morales. Parafraseando la obra de Michael Sandel, What Money can’t buy, nos dice que “El mercado, útil para muchas cosas, mina en ocasiones soportes morales de la sociedad”. Y es que hay cosas que, efectivamente, el dinero no puede comprar. Los servicios públicos esenciales, o aquellos declarados de utilidad pública, son el vivo ejemplo. Privar a los ciudadanos de Ceuta de su vía de transporte con la península, aparte de inhumano, sería ilegal. Privatizar y permitir la competencia entre compañías navieras, no ha servido para mejorar el servicio, ni para abaratarlo. Al contrario. Los precios se incrementan periódicamente, sin que nadie lo remedie.
Lo anterior viene a cuento de lo que ha ocurrido con la línea regular de helicópteros que nos unía con la península. Si todo sale como está previsto, el día que se publique este artículo será el primero en el que ya no dispongamos de dicho servicio. Según la escasa información que ha trascendido, la empresa concesionaria abandona. No por problemas económicos, parece, sino por una decisión estratégica. En otras palabras, porque empleando sus helicópteros en otros servicios (incendios, emergencias sanitarias…), ganarán más. No le encuentro otra explicación. Los empleados que cubrían esta línea, ya están despedidos. A partir de ahí, sólo nos quedará una vaga promesa de que, pasado el verano, es decir, terminada la temporada de incendios forestales, otra compañía se hará cargo de la línea. Nuevamente, las grandilocuentes declaraciones de nuestros gobernantes se han quedado en palabras vacías y en piadosas mentiras. Es la mezquindad empresarial en estado puro. Lo contrario a los principios de Responsabilidad Social Corporativa que deberían presidir las actuaciones de las sociedades.
En Económica de la Empresa se explica que las compañías con mayores costes fijos tienen un mayor grado de apalancamiento operativo, lo que conlleva un mayor riesgo, al ser más grande su inversión, y un mayor periodo hasta alcanzar el denominado “punto muerto”, o nivel en el que comienzan a obtener beneficios. Pero, una vez conseguido, los beneficios serán más sensibles a la variación de las ventas. En otras palabras, cuando una naviera, o una compañía aérea, tienen amortizado en una proporción importante su barco, o su avión, los beneficios empiezan a ser mayores ante cualquier mínimo incremento de las ventas.
En el caso de la compañía concesionaria de helicópteros, desconozco su cuenta de resultados. También a partir de qué número de pasajeros alcanzaban su punto de equilibrio y obtenían beneficios. Posiblemente ya tendrán casi amortizadas sus aeronaves. Eso supone que cualquier vuelo que realicen les proporcionará un mayor beneficio. Sobre todo si lo hacen en condiciones de menor coste de personal, como por ejemplo podría ocurrir prestando servicios en actividades no regulares. Lo que sí está claro es que con su decisión (legal, pues la línea de helicópteros no ha sido declarada de interés público), van a privar de un servicio importante a los ciudadanos. Por ejemplo, ya no se podrán realizar viajes urgentes, o viajes de ida y vuelta en el día, para determinadas gestiones, como hacían muchos profesionales (lo que suponía, entre otras ventajas, un menor gasto en hoteles, dietas….). Esto, sin duda alguna, incrementará el coste de muchas operaciones y generará un impacto negativo en la ya precaria economía local.
No sé las gestiones que han hecho nuestras autoridades. Pero sí conozco los nulos resultados obtenidos. Tampoco por qué en su día no se declaró de interés público esta línea, o por qué no se hace ahora, para, entre otras cosas, evitar llegar a situaciones como la actual. Lo que sí soy consciente es del coste en que se incurrió en la construcción de los dos helipuertos (Ceuta y Algeciras). También, que la mayoría de los trabajadores que cubrían este servicio incrementarán las listas del paro.
Como dice el profesor Ovejero en el artículo referido anteriormente, “al final, lo que importa, también para la mejor economía, son las mejores instituciones, que no son resultado del mercado, sino su condición de posibilidad. Son previas y se inspiran en valores que nos parecen importantes, que, literalmente, no tienen precio”. Y si nuestras autoridades, y las instituciones a las que representan, no han podido mantener este importante servicio de transporte para Ceuta, algo falla. Quizás su capacidad para gestionar la cosa pública.