A veces, no está de más echar la vista atrás y recordar cuáles han sido las fuentes de riqueza de Ceuta hasta hace pocos años, así como las razones por las que se han ido debilitando, con el consiguiente perjuicio para la ciudad y para los que aquí vivimos. Una de las frases que con mayor frecuencia se oía en aquella época era la que afirmaba que nuestra economía tenía dos pilares: el Puerto y el comercio.
Por lo que respecta al primero, llegó a ser el mayor abastecedor de combustibles y vituallas del Estrecho, copando casi dos terceras partes de la demanda que se atendía en la zona. Hoy, tras la entrada de España en la CEE (la UE), que supuso una liberalización generalizada en cuanto al abastecimiento de buques, con exención de impuestos, el Puerto de Ceuta perdió sus ventajas competitivas, y hoy –aunque se detecte una cierta, aunque leve recuperación- apenas llegamos a cubrir una séptima parte de la citada actividad en el Estrecho. Cerró Ybarrola, cerraron multitud de empresas dedicadas al avituallamiento (los famosos “ship-chandlers”), se fueron remolcadores y barcazas para el abastecimiento en bahía y se perdieron numerosos puestos de trabajo, directos e indirectos. Basta con mirar la Bahía de Algeciras para comprender la magnitud de lo sucedido.
En cuanto al comercio, tan activo en los años 70 del siglo XX, basaba esencialmente su atractivo en nuestro carácter de Territorio Franco, lo que dio lugar a una enorme afluencia de compradores procedentes de la Península (los llamados “paraguayos”), que dejaba en Ceuta ríos de dinero. La entrada de España en la hoy UE a mitad de los 80 significó una pérdida de dicho atractivo, al suprimirse los derechos aduaneros entre los países que conformaban la CEE por aquel entonces, pérdida que se convirtió en prácticamente total con la globalización del comercio mundial. Cerraron multitud de establecimientos, con la triste secuela del desempleo consiguiente. Había también una demanda local, crecida a causa de la importante presencia del Ejército, que no solamente proporcionaba un efecto sicológico de seguridad, sino también una notable fuente de riqueza para la ciudad. Muchos Jefes, Oficiales y Suboficiales con sus familias, y muchísimos soldados de reemplazo. La profesionalización y las sucesivas reducciones que ha sufrido nuestra guarnición han supuesto, entre otros efectos negativos, un grave quebranto en la vida comercial de Ceuta. Queda la demanda de los marroquíes, pero al mismo tiempo sucede que son muchos los ceutíes que van a comprar al vecino país, con el consiguiente quebranto para el comercio local.
Había industrias en Ceuta. Entre otras, unas diez fábricas de conservas de pescado y otra de guano, que aprovechaba los residuos de aquellas. Llegó la independencia de Marruecos y comenzó la decadencia de esta actividad, dadas las limitaciones y prohibiciones que desde allí se establecieron. No queda ninguna de aquellas fábricas. Todas fueron cerrando por falta de materia prima. Muchos trabajadores perdieron su empleo, a la vez que el sector pesquero ceutí ha ido decayendo de manera lamentable.
Las Reglas de Origen aprobadas por la UE para Ceuta comenzaron a dar nueva savia a la industria local, hasta el punto de que la Ciudad Autónoma construyó un Polígono industrial con vistas a esta esperanzadora actividad. Por desgracia, las trabas e impedimentos de toda clase impuestas por las administraciones, tanto nacionales como europeas (éstas llegaron a expresar su extrañeza ante la actitud de España, comentando que había sido el único país en entorpecer una actividad que se desarrollaba en su propio territorio) ha dado al traste con aquella expectativa, hasta el punto de que las industrias que ya estaban instaladas en Ceuta con base en las citadas Reglas de Origen han cerrado sus instalaciones. Nueva pérdida de empleos y hundimiento de una esperanza de futuro para la ciudad.
Puestas las cosas así, no son de extrañar las dificultades existentes para encontrar una salida satisfactoria a la situación actual de paro y de problemas para las empresas aquí establecidas, sean comerciales, industriales o de servicios. El vigente régimen económico y fiscal ya no resulta, por sí solo, capaz de atraer inversiones y de crear nuevos puestos de trabajo.
Por todo ello, no debería extrañarnos que alguien intente romper una lanza a favor del Ejército español, amenazado en algún programa político con todavía mayores recortes en su ya casi desarbolado presupuesto. Aparte de lo que económicamente pueda suponer para nuestra ciudad, que siendo interesante, no es, en este caso, lo que más importa, lo cierto es que Ceuta y el Ejército han constituido una simbiosis perfecta a lo largo de siglos, algo que merece ser reconocido y respetado por todos. Si alguna vez hubo abusos, ya no los hay. Menos mal que el candidato de otro partido, éste con mayor apoyo entre el electorado, según las encuestas, ha dejado constancia escrita en una reciente tercera página de ABC de su propósito de reforzar y afianzar el presupuesto de nuestras Fuerzas Armadas.
Recuerdo que hace unos años, siendo parlamentario, visité con la Comisión de Defensa, de la que formaba parte, un alto organismo militar, y quedé totalmente sorprendido al verme ante una gran maqueta de Ceuta, sobre la cual un grupo de Jefes estudiaba con el mayor detenimiento las posibilidades de defensa de nuestra ciudad. Como ceutí, no puedo olvidar lo que aquello suponía: las Fuerzas Armadas eran –y tienen que seguir siendo- una garantía para la integridad territorial de España, y cuanto mejor estén dotadas, no solo de material, sino también de tropas, más se reforzará nuestra seguridad.
Y conste que no pretendo asustar a nadie, sino todo lo contrario.