El negocio del
tráfico de drogas nunca se ha movido en el camino de las casualidades. Todo tiene una razón, un motivo. Que en menos de 24 horas la
Guardia Civil haya detenido en Ceuta a dos madrileños pasando hachís
con el mismo modelo de coche no ha sido una mera carambola. El pasado verano fueron los belgas quienes formaron parte de ese último eslabón de la cadena de narcotráfico ejerciendo de pasadores, antes fueron los franceses. En otras épocas se repetía el patrón de parado y residente en el sur para alimentar el tráfico de los culeros. Luego llegaron las ocultaciones en las 4 ruedas
de vehículos preparadas de la misma forma para engañar al guardia y al can antidroga impidiendo su olor.
Siempre se apuesta por una vía hasta que la Guardia Civil la anula a golpe de intervenciones. Los dos madrileños detenidos con 52 y
23 kilos de hachís cada uno ya están
en prisión preventiva a la espera de juicio, los coches -ambos Citröen- inmovilizados y la droga en poder de
Sanidad antes de su destrucción. Este domingo la autoridad judicial ha ordenado la entrada en Mendizábal del joven arrestado en la tarde del sábado en el puerto.
Investigación en marcha
La Guardia Civil, como hace en cada uno de los pases de drogas, abre la oportuna investigación para saber quiénes pueden estar detrás y, sobre todo, el origen de la carga de esa sustancia en vehículos del mismo modelo con conductores que han seguido similar ruta. El protocolo pasa por conocer rutas, tiempos de estancia, contactos… quedando siempre en el aire la colaboración de quienes, ya encarcelados, optan por obtener algún atenuante en la condena que les espera.
La cárcel queda para los pasadores, los que se entregan a este tipo de delito a cambio de dinero. En muchos casos son personas con deudas o enganchadas a sustancias o al juego. Se les presenta un negocio fácil que no es más que un burdo engaño que les llevará a pasar más de 3 años entre rejas. La vía madrileña del tráfico puede haberse agotado o no. Los próximos días lo determinarán.