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Directora de Save the Children: "Ponemos dinero en el programa de Ceuta"

La directora general de Incidencia Social y Política de Save The Children, Catalina Perazzo (Buenos Aires, 1985), se ha desplazado a Ceuta esta semana para conocer de primera mano la situación en la ciudad tras el inicio y posterior suspensión judicial de las devoluciones de menores marroquíes al país vecino, un mal final para un proceso que en mayo se quiso resolver de forma ejemplar. –¿Qué es Save The Children?
– Una organización internacional que tiene presencia en 118 países de todo el mundo. Se creó en 1919 después de la I Guerra Mundial por Eglantyne Jebb en Reino Unido para ayudar a los niños del bando perdedor. Tenemos una faceta humanitaria y de cooperación, de programas, y otra de incidencia. Nuestra teoría del cambio pasa por buscar las mejores prácticas y las más innovadoras para los niños, sobre todo los más vulnerables, con el fin de generar cambios a escala duraderos y sostenibles a través de alianzas.
–La de incidencia es una de sus áreas de responsabilidad en España. ¿En qué consiste?
–A través del análisis de políticas públicas hacemos propuestas, sobre todo relativas a nutrición, educación, protección frente a cualquier forma de violencia, pobreza como vulneración de derechos humanos e infancia en movimiento.
–¿Cómo actúan?
–En España además de recaudar fondos, ejecutar proyectos de cooperación y hacer incidencia tenemos programas con niños de España. Trabajamos con miles de niños y familias a través de intervención directa sobre pobreza, educación, violencias e infancia migrante.
–¿En qué consiste el que mantienen con los niños acogidos en Ceuta desde mayo?
–Tras la crisis nos pusimos a disposición de la Ciudad con vocación misional, para trabajar con los más de los más vulnerables y el Área de Menores nos propuso hacer un primer cribado psicosocial a través de entrevistas para identificar factores de riesgo y vulnerabilidad en estos niños e ir priorizando derivaciones, reagrupaciones, solicitudes de protección internacional...
–¿Por qué sólo les ha dado tiempo a entrevistar a unos 350 chicos?
–El objetivo era completar el trabajo cuanto antes. El equipo se ha ido aumentando hasta ahora, que cuenta con diez profesionales. Las facilidades para hacer bien la labor por parte de Menores han sido muchas, pero las dificultades de espacios, selección de personal adecuado, etcétera, también.
–Este modelo de colaboración se presentó como un ejemplo.
–Desde luego. Era la primera vez que se ponía en marcha algo así. El mayor valor de este proyecto es el número de niños tan grande con el que íbamos a trabajar y su impacto, enorme, porque es lo que se debería hacer siempre, por parte de Save The Children o no.
–En mayo sí íbamos a cumplir la ley...
–El compromiso y la disposición del Área de Menores siempre han sido muy buenas, como su trayectoria. Los 200 niños que ya estaban aquí se encontraban declarados en desamparo, tutelados, documentados, con sus proyectos... No es la tónica habitual.
–¿Os sorprendió el inicio de las repatriaciones?
–Sí, fue sorprendente. Desde Incidencia hemos estado trabajando en el Reglamento de la Ley de Extranjería y en la Estrategia Nacional de Infancia Migrante para que se incorporase cómo se debe determinar el interés superior del menor para elegir la solución duradera. La repatriación puede ser una, así está establecido, y las garantías que se estaban poniendo eran las procedentes. No sabemos por qué se empezó por un recurso donde no habíamos hecho ninguna entrevista, por qué no hubo informes de Fiscalía y el Área de Menores, por qué no se les escuchó... El procedimiento es muy claro.
–La administración dice que Marruecos hará el estudio individual de cada caso.
–Identificar a un niño y llamar a su familia no es hacer una valoración, ni escuchar al niño sobre lo que quiere o no. Ese estudio es una obligación de España.
–¿Por qué no para todos los niños lo mejor es estar con su familia?
–Es un principio de la Convención de Derechos del Niño ‘salvo en su interés superior’. Si lo muelen a palos, si lo explotan, no. Pero si su padre es un representante político en un país donde está perseguido, quizá tampoco. Hay que tener en cuenta muchas cosas. Las cosas de los niños no se resuelven con buenas intenciones.
–¿Un Acuerdo bilateral puede estar por encima de nuestras leyes y los Tratados internacionales?
–No es lo que dice nuestra Constitución. Cualquier actuación debe guiarse por la Convención de los Derechos del Niño y por nuestra legislación, tanto la de Extranjería como la de Protección del Menor y de la Infancia ante Violencia.
–Save The Children ha puesto la actuación en manos de la ONU
–Sí. Junto a Gentium y Andalucía Acoge pedimos al Comité de los Derechos del Niño, que lo admitió, que se suspendiesen las repatriaciones de diez por un grave riesgo de que se vulnerasen sus derechos. Igualmente nos hemos dirigido al presidente del Gobierno y a la Fiscalía para que actuase de oficio.
–¿El equipo ha seguido trabajando?
–Las entrevistas están paradas porque el ambiente en los centros es de mucha preocupación y estamos haciendo una labor de tipo psicosocial.
–Hay quienes os acusan de querer mantener un negocio.
–Save The Children pone dinero en este programa. Para nosotros es un proyecto misional. Venimos con fondos propios para cubrir la falta de recursos de la Ciudad. Invertimos en esto, el Gobierno se comprometió a financiar una parte y UNICEF Internacional colabora también. Nuestro objetivo es desaparecer, no tener que hacer este tipo de trabajos, por eso enfatizamos hacer propuestas viables y realistas, no hacer brindis al sol.
–¿Cuál lo sería para lo que está pasando en Ceuta?
–Tiene que haber voluntad política o un mandato judicial para hacer las cosas bien. Debe existir un mecanismo de corresponsabilidad obligado para las autonomías, un mecanismo estable que tenga en cuenta a las regiones con mayor presión migratoria y dé respuestas ágiles. Hace falta reforzar los equipos del Área de Menores y estos niños no pueden seguir en condiciones que ya no son aceptables tres meses después de la emergencia. Hay que solucionar lo de Ceuta, pero también resolver el problema de fondo: las políticas migratorias ineficaces sin enfoque de infancia. Veamos los datos, las migraciones van a existir siempre y se pueden establecer vías legales y seguras para que la gente no tenga que venir de esta manera. Ante nuestro desafío de reto demográfico esto podría ser una forma de avanzar, pero falta voluntad política.
–¿Habría ‘efecto llamada’?
–Es la respuesta de siempre. Los datos dicen que no existe. Nosotros no decimos que vengan, sino que cuando están aquí son nuestra responsabilidad y los tenemos que proteger. También que hay que regular para que las personas no mueran. Una vez aquí... ¿Qué es mejor para Ceuta? ¿Que se queden aquí bloqueados o promover su inclusión y que aporten a la ciudad?

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