El pasado 4 de octubre se celebró el “Día Mundial de los Animales” en honor a todos los del mundo; así como se celebró también el nacimiento de Francisco de Asís, nombrado patrón de los animales y de los ecologistas.
La Asociación Protectora de Animales y Plantas de Ceuta ruega encarecidamente la adopción de animales, sobre todos perros (y también gatos) para la recuperación de muchos de ellos abandonados (¡Qué bonito son de pequeños!) y para que se familiaricen con las personas que van a ser sus amos. Gracias anticipadas a la presidenta de la Asociación, Sandra López, por la bonita labor que está realizando desde hace relativamente poco tiempo. A ella le comenté que mi madre, María Luisa lópez Guerrero (que ya no está entre nosotros) fue socia fundadora de la Protectora junto a otras tres personas en el año 1982. Gracias al alcalde en funciones en aquella época, Fraiz Armada, se consiguió un terreno en la Barriada Postigo, para acoger a los muchos perros y gatos sin dueños. Me gustaría que a mi madre le pusieran una placa en “San Amaro” junto a Dorita y África Aguilar, fallecidas hace años. Mi madre trabajó mucho por y para los animales.
Tal día como el 4 de octubre de 2022, un grupo de residentes de la “Residencia Gerón” fuimos a la “Asociación Protectora” para pasar un buen rato entre los animales, sobre todo, perros. Fue muy gratificante estar allí y sentir la necesidad que los animales tienen de ser acariciados. Ellos se acercaban a nosotros incluso para jugar. El día nos acompañó climatológicamente hablando y nos sentimos felices de estar allí. Por aquel entonces, yo escribí un artículo para este periódico, El Faro, siendo publicado más adelante.
En el Día Internacional del Perro que se celebró el 21 de julio, también escribí un artículo para este periódico. En él contaba diferentes historias de perros, basadas en hechos reales, así como recordaba películas en las que los protagonistas eran Perros.
Pero en esta ocasión, hablaré de otros animales cuyas historias me llegaron al corazón. Cuando era adolescente, mi familia llevó a la casa una gata blanca con un ojo verde y otro azul. Tenía la particularidad de dormir siempre en la misma habitación al lado de la cocina. En nuestro piso de la calle Alfau muchos gorriones caían de sus nidos al patio y volaban por nuestra casa con total libertad. Uno de ellos tenía un lugar donde dormir por las noches: ¡entre las patas de la gata!, increíble pero cierto. En aquella época yo no era aficionada a la fotografía, pues habría hecho un bonito reportaje.
Otro animal era el “Gato Ceferino” de color negro y blanco, callejero, que dormía al lado de la puerta de entrada a nuestra casa. Lo hacía sobre un trapito que le colocábamos; allí mismo comía y nos maullaba como dándonos las gracias.
Napoleón era el gato persa de un amigo, con gran pelaje y cabeza, de color atigrado. Según Alejandro, su dueño, era muy bueno y manso, así como obediente. Sabía perfectamente donde estaba su comida y, ¡bien que se orientaba! Duró 18 años.
Rosy, una linda gata cuyos propietarios eran unos primos míos. Era muy dulce y zalamera y también duró muchos años. Convivía perfectamente con su hermano perruno, Bánder.
Darbuga es otra linda gatita de menos años pero que sigue haciendo las delicias de sus dueños (primos míos). Su nombre es árabe.
Faraón fue un perro blanco y marroncito muy bueno cuya dueña, Inesita, era vecina nuestra. Tenía una oreja recta y la otra caída. Pasamos muy buenos ratos junto a él; cuando falleció lo sentimos mucho.
Teníamos otra vecina, Trini, amante de los gatos; ella tenía uno que siempre estaba asomado al balcón, yo lo llamaba y me contestaba con un “miau”, esta vecina siempre llevaba comida a los gatos callejeros.
Unos amigos míos (Miguel y Milagros) tienen cuatro gatos, dos de ellos negros y los otros dos blancos (hermanos). La hembra es lindísima, con ojos claros, muy zalamera y con la particularidad que se llama como yo, Hermy. Es bonito verlos a los cuatro juntos.
Recuerdo hace unos años, que en la calle Alfau donde yo vivía, se declaró un pequeño incendio en una casa, pero gracias a los maullidos del gato de la familia, no hubo desgracias personales.
Hay una obra de teatro, un musical llamado Cats (Gatos) que yo vi en el año 1988 cuando yo viaje a New York. Se representaba en Broodway y yo disfrute de lo lindo viéndolo. Recreaban la vida de los gatos nocturnos callejeros; más adelante lo vi en Madrid.
Willy es una un gato callejero pero muy bien cuidado por la vecindad. Se mueve entre la tienda “Kokonuts” y “Librería Sol”. Es noble, sumiso y tranquilo.
Recuerdo a Brandy, un grandote perro color canela que vivía junto a mis primos Juan y Marisol. Mi prima lo llamaba para que “chocara” su pata una de sus manos. Era increíble.
Kimbo fue otro perro que mi familia de Algeciras tenía. Era muy callejero, pero siempre volvía a casa. Era negro y gruñón. Un día desapareció y nunca más se supo de él. Supusimos que se ahogó en el mar persiguiendo delfines.
¿Qué decir de las gaviotas? Es uno de mis animales favoritos, junto al perro y junto al delfin.
Hay un maravilloso libro de los años 70, titulado “Juan Salvador Gaviota”, cuyo autor es el ex-piloto Richard Bach. Es un maravilloso y auténtico cántico a la libertad. Por su puesto, las protagonistas son unas gaviotas, sobre todo Juan Salvador. Digno de ser leído por sus enseñanzas. Bató récords de ventas.
No puedo terminar este artículo sin volver a hablar de Francisco de Asís, nombrado por el Papa Francisco patrón de los ecologistas y veterinarios. Fue un adelantado de su época, amante de la Naturaleza y los animales. Francisco llamaba a todo “hermano”. “Hermano sol”, “hermana luna” (maravillosa película), “hermana lluvia”, “hermano rio”, “hermana montaña”, “hermano gorrión”, “hermano árbol”, “hermana piedra”, “hermano perro”, “hermano lobo” … Se dice que los animales lo seguían allá donde iba y con el lobo consiguió una gran complicidad. Fundó la Orden Franciscana junto a su amiga Clara de Asís (Clarisas).