La edición 2025 de El Desierto de los Niños ha estado marcada por un fenómeno excepcional: la abundancia de lluvias en zonas habitualmente áridas del sur de Marruecos. Lo que se esperaba como una travesía entre dunas y pistas polvorientas se transformó en un recorrido por caminos anegados, lagos formados tras tormentas y ríos improvisados, lo que convirtió el viaje en una experiencia tan exigente como inolvidable.
La caravana, compuesta por 38 vehículos y unas 120 personas, tuvo que enfrentarse a imprevistos desde el inicio, incluyendo el cambio de puerto de salida en España debido a un fuerte temporal. Ya en suelo marroquí, las intensas lluvias obligaron a adaptar sobre la marcha algunos tramos del itinerario, sin impedir el cumplimiento de las actividades culturales y solidarias previstas.
Acciones solidarias en aldeas remotas del sur marroquí
Fiel a su espíritu de cooperación, El Desierto de los Niños volvió a centrarse en mejorar la vida de comunidades locales, especialmente en las regiones más aisladas del desierto. Entre las acciones realizadas destaca la colaboración en Tisserdimine, donde se ayudó a rehabilitar la sede de una asociación local afectada por las lluvias, y se instalaron placas solares para dotar al espacio de suministro eléctrico. Además, se entregaron carteles de seguridad vial para niños, elaborados por la Fundación RACE.
En Ramlia, otra remota aldea del desierto, se inició la construcción de instalaciones deportivas y se inauguró una nueva biblioteca escolar, equipada con material educativo, ordenadores y mobiliario. También se instaló un columpio donado por un participante, gesto que simboliza el carácter humano y cercano de esta expedición.
La caravana finalizó en Erfoud, donde se entregó material médico y de apoyo a personas con discapacidad a varias asociaciones locales, como la “Association Tafilalet pour les Handicapés”. La visita incluyó una jornada de convivencia y juegos con los usuarios del centro, en un ambiente de alegría compartida.
Apoyo visual a través de la Fundación Alain Afflelou
Otro de los pilares fundamentales del viaje ha sido, una vez más, la labor de la Fundación Alain Afflelou, que desplazó a seis ópticos voluntarios. Durante el recorrido, estos profesionales realizaron 798 revisiones oftalmológicas en cuatro localidades: Hassilabied, Ramlia, Khamlia y Kssar Moulay Brahim.
Tras el regreso a España, la Fundación gestionará la fabricación y envío de más de 650 gafas graduadas y 245 de sol. Las lentes se montarán en Marruecos para facilitar su distribución posterior en las zonas visitadas.
Exploración de lugares históricos y naturales
Además de la labor solidaria, el viaje ofreció a los participantes la oportunidad de descubrir rincones únicos del patrimonio marroquí. Entre ellos, destacan la visita a las ruinas romanas de Lixus, a escasos kilómetros de Larache, y el paso por Ksar Oubahlou, un misterioso emplazamiento en lo alto de un peñón, mencionado en crónicas del siglo XVI por León el Africano.
El recorrido también incluyó la visita a pueblos tradicionales del desierto y espacios naturales transformados por las lluvias, donde el agua fue protagonista inesperado. Ríos y lagos temporales cubrieron zonas habitualmente secas, haciendo del paisaje algo casi irreal.
Mirada al futuro: nuevas ediciones ya en marcha
Concluida esta edición, la organización trabaja ya en las próximas. La Asociación Desierto Niños (ADN), fundada en 2009 para canalizar la ayuda humanitaria del proyecto, mantiene su labor durante todo el año. ADN se encarga de recoger necesidades locales, evaluar los proyectos viables y buscar financiación para llevarlos a cabo.
Ya están definidos los finales de etapa de las ediciones 2026 y 2027, y en junio se realizará una expedición de prospección para diseñar los nuevos recorridos. Así, El Desierto de los Niños continúa consolidándose como un proyecto de largo recorrido, que combina aventura, cooperación internacional y descubrimiento cultural con un objetivo común: ayudar donde más se necesita.