El 4 de marzo de este año se modificó el Reglamento General de Circulación en el que se recoge que las bicicletas –tratadas antes como vehículos a motor– podrán circular por las aceras de más de tres metros, siempre y cuando se sitúen a un metro de la fachada. “Es el momento de fomentar el uso de la bicicleta y de no poner trabas”, manifestó Ramón Ledesma, subdirector general de normativa de la DGT, en el mes de febrero de este año. Por otro lado, el Director General de Tráfico, Pere Navarro, ha declarado en alguna ocasión que se confía en el grado de civismo de los ciclistas para ceder la preferencia en las aceras a los peatones. Sin embargo, ustedes habrán visto que por las aceras de nuestras calles los ciclistas circulan despreciando la vida de los peatones. En otras palabras, según Pere Navarro, usted ha de depositar su seguridad y su integridad en los ciclistas. Usted depende de ellos. Es el colmo de la estupidez. Es más, si usted llama la atención al ciclista de turno que le ha puesto en un aprieto, tendrá usted suerte si ese energúmeno no se le encara. O puede, en el peor de los casos, que le agreda con saña.
Esto último fue lo que les sucedió a tres ciudadanos el miércoles pasado. Uno de ellos, Tomás Partida, fue vapuleado por un facineroso que iba en bicicleta porque salió en defensa de un señor de edad y de su esposa. El señor de edad tuvo la mala ocurrencia de llamarle la atención al ciclista-matón porque iba a gran velocidad por la acera y vio que la integridad de él y de su esposa podía peligrar. Como respuesta recibió una patada en la cara y en el cuello. El señor Tomás Partida, que había presenciado la violencia del individuo sobre los dos ancianos, haciendo alarde de un encomiable comportamiento cívico, intervino para intentar que el matón cesara en su actitud violenta. El resultado fue que el señor Partida recibió, asimismo, una brutal paliza que le ocasionó un traumatismo craneoencefálico, con hematomas en el rostro y en la frente y lesiones en un ojo. Todos ellos fueron atendidos en el Servicio de Urgencias, en el Hospital, lugar en donde el energúmeno ciclista intentó agredir otra vez al señor Partida, que se libró de ello gracias a la intervención del personal médico.
La ley –su justa aplicación por los jueces– es la base de una convivencia no violenta, pero en el caso de que los jueces se muestren remisos o timoratos a aplicar la ley en su justa medida para resarcir a los ciudadanos de la conculcación de sus derechos, la convivencia yacerá, sin remedio, en escombros a los pies de los ciudadanos. En otras palabras, cuando se juzgue este caso de violencia, presumo que la jueza, a tenor de las huellas dejadas por el irascible ciclista en el físico de esas personas, y a la vista del informe médico, no se andará por las ramas, es decir, dictará una sentencia ejemplar ajustada a derecho, pero eso sí, ejemplar. Yo he tenido la oportunidad de ver, a las 24 horas de la agresión, el rostro y el estado físico y psíquico del señor Partida y es para echarse a llorar de impotencia y de rabia. Las heridas más dolorosas son las psicológicas, la humillación, y yo me he sentido tan humillado como él. Para finalizar, deseo llamar desde aquí la atención del alcalde, señor Vivas, y de su policía local para que estén vigilantes respecto de la circulación de las bicicletas por las aceras. Ellos no pueden sacudirse la responsabilidad que les corresponde. Es muy grave lo sucedido el miércoles pasado como para que este hecho caiga en el olvido.