¿Hay un problema de doble fracaso escolar, individual y sistémico, en Ceuta?. ‘
Desde la Diversidad hacia la Igualdad’ es el título de una de las últimas investigaciones publicadas sobre esa pregunta, en este caso por la Universidad Pública de Navarra. En él, Noelia Navas diagnostica como “una asignatura pendiente” la integración total en una ciudad como Ceuta “caracterizada por la convivencia pacífica y tolerante entre cuatro culturas diferentes: cristiana, musulmana, hebrea e hindú”. “Existen importantes diferencias económicas y culturales que provocan la existencia de una segregación poblacional y que e reflejan en el entorno educativo”, opina la autora, que ha centro de su análisis en el alumnado árabo-musulmán para intentar desentrañar “las causas que conducen a estos niños y niñas a un elevado fracaso escolar, la convivencia en los colegios, la percepción de los docentes ceutíes y otras facetas que configuran este contexto educativo ceutí”. Navas recuerda en sus conclusiones que “si bien uno de los principios básicos de la educación en la diversidad es la no discriminación por razones étnicas, la propia distribución demográfica de la ciudad ha condicionado el alto grado de éxito escolar en los colegios más céntricos frente a la alarmante tasa de fracaso en la periferia”. En su investigación da por “demostrado” que el factor lingüístico “no es un impedimento para el desarrollo educativo”, aunque propone un mayor uso del árabe ceutí en las aulas “para fomentar una mayor integración del alumnado”. “Al tratarse de un problema provocado por factores socio-ambientales y económicos hemos de ser optimistas ante su resolución porque a pesar de que se muestre acentuado por la diversidad cultural propia de Ceuta”, concluye, “en última instancia se trata de un obstáculo a salvar con cada niño y con cada familia, en el que todos podemos aprender de los demás, porque todos los niños sueñan qué serán de mayores, y esos sueños están más cerca cuando todos sueñan juntos”. Para avanzar hacia ese horizonte la autora aboga porque cada centro incluya en su Proyecto Educativo “los principios pedagógicos y objetivos para el desarrollo de una Educación Multicultural acorde con las necesidades del alumnado”. En el ámbito lingüístico, demostrar en las aulas “que no se rechaza ni existe ningún tipo de desprecio hacia la lengua materna de los estudiantes arabófonos” y fomentar el aprendizaje tanto del ‘dariya’ como del castellano entre quienes no utilicen ninguno de ellos. Otra prioridad tendría que ser inculcar a los niños esa serie de “competencias personales y sociales” que exige la convivencia y que “no vienen dadas por la naturaleza, sino hay que adquirirlas a través de la educación”.