Con varias décadas de bagaje político a sus espaldas, Gregorio García Castañeda gestiona una Consejería de la que penden las actuaciones en áreas como medio ambiente, servicios a la comunidad y barriadas, tres pilares que requieren una gestión constante y que extienden su paraguas al conjunto de la población.
El segundo tramo de la legislatura debe consolidar y afianzar los programas iniciados.
–El Consejo de Gobierno aprobó el viernes el documento con las prioridades de cada departamento de la Ciudad hasta abril. Su Consejería, por las competencias asignadas, tiene bastante trabajo por delante...
–Sí, porque además de esas prioridades tenemos otras actuaciones que ya están muy definidas, como el Plan Intensivo de Actuaciones en Barriadas, dotado con 2 millones de euros, del que ya hemos hecho partícipes a las asociaciones de vecinos. Vamos a potenciar esas tareas de mantenimiento, que se suman a la otra gran actuación que es el Cuarto Plan de Barriadas.
–¿Se atienden con esos programas todas las demandas de las barriadas o quedan flecos pendientes?
–Siempre quedan tareas pendientes. Yo suelo decir que hacer obras no es complicado, lo complicado es mantenerlas. Hemos avanzado mucho en obras de gran envergadura en los barrios, pero nos encontramos con el problema de que cuando vamos recorriendo camino nos encontramos con que esos trabajos posteriormente requieren mantenimiento. Hemos puesto en marcha un plan que, sin desatender obras de envergadura, también atienda el mantenimiento, pero no sólo en obra, sino en todos y cada uno de los servicios que presta la Ciudad. Visitamos cada barriada, nos entrevistamos con las asociaciones de vecinos, que acompañan a los técnicos y se valora en tiempo real. A partir de ahí se ponen en marcha todos los servicios públicos: saneamiento, alumbrado público, Acemsa... Porque no todo es arreglar sólo dos losas... Consiste en poner todos los recursos al unísono.
–¿Y funciona ese esfuerzo de coordinación como se esperaba?
–Sí. Pusimos una primera experiencia en marcha en septiembre, que dio resultado, implicando no sólo a los servicios municipales, sino también por ejemplo a las Brigadas Verdes. Todo el que tiene vinculación con las barriadas está metido en ese paquete de trabajo. Habrá obras que haga Obimace, otras los contratistas, otras las Brigadas Verdes, pero todo el mundo forma parte de ese quick integral. El objetivo es alcanzar el mejor funcionamiento posible con un calendario común, con un guión, y todo ello sin desatender las actuaciones normales. Obimace arreglará losas, por ejemplo, pero cuando digamos ‘a trabajar’ en un sitio concreto, todos los servicios deben estar. Eso es lo importante en las tareas de mantenimiento.
–¿Ha jugado a favor la nueva Unidad Técnica?
–Sí, porque no teníamos hasta ahora un servicio de información a través del que nos llegaran a tiempo real las incidencias en los diferentes barrios. Hemos preparado un sistema que es como una línea directa, que recibe las alertas de todas las anomalías, las deficiencias y las necesidades, y de ahí se derivan a las distintas consejerías. Esto no es nuevo, pero ahora lo que vamos a hacer es meter más personal e institucionalizarlo. Tendremos así un protocolo de actuación que canalizará todos los avisos que nos lleguen a través del número telefónico 900 pero también de las nuevas tecnologías como el correo electrónico o los mensajes de WhatsApp. Lo estamos poniendo al día. Eso nos va a dar más agilidad y nos enteraremos de los problemas con más rapidez, sin esperar a que nos avisen.
–¿Qué hay pendiente en el área de Medio Ambiente?
–Nos quedan por perfilar los concursos de la planta de vehículos, el empaquetado de cartón, seguir con el guión de las actividades del Gobierno puestas en marcha... Nuestro abanico es muy amplio... Otra actuación que tenemos a punto de entrar en funcionamiento, pendiente de las últimas premisas burocráticas, es el tema de la limpieza de vertederos por parte de los efectivos del Plan Joven, que además va a beneficiar a un número importante de jóvenes que van a empezar a trabajar y que irán destinados a temas de limpieza en solares, vertederos, barriadas... La selección la coordina la Consejería de Empleo, pero la dirección la llevará Medio Ambiente por ser nuestra competencia. Es una cuestión muy importante por su repercusión medioambiental, pero también por el número tan importante de jóvenes que van a tener una ocupación. Habrá que esperar aún a la última fase, a los informes técnicos que certifiquen a cuántas personas va a emplear la empresa que resulte finalmente adjudicataria. Aunque queda por cerrar el número de beneficiarios, estará seguro por encima de los 200.
–¿Responde el ciudadano a las campañas de sensibilización, por ejemplo las de reciclaje?
–Sí, pero tenemos que seguir incidiendo en las campañas informativas de Medio ambiente. Tenemos en marcha las de animales domésticos, y vamos a repartir bolsas para excrementos y otros materiales. También en el tratamiento de aceite vegetal, a lo que hay sumar las acciones para la recogida de pilas, con el reparto este año de más envases en más lugares. Tenemos además la ventaja de que todos los residuos que tengan un sistema de gestión integral tienen un coste cero, con el consiguiente ahorro de dinero, pero sobre todo hay que intentar facilitar al ciudadano todo para recoger lo máximo posible. También vamos a iniciar la colocación de nuevos contenedores de recogida selectiva de residuos. Obimasa también contribuye en la repoblación forestal y organiza escuelas talleres por las que han pasado ya casi 15.000 niños. Todo eso se completaría con la colocación de contenedores en los colegios para organizar puntos limpios. Habíamos calculado uno por cada centro educativo, pero hay quienes nos han pedido alguno más y vamos a empezar a colocarlos. Confiamos en que en este primer trimestre esté todo muy avanzado. Estamos contribuyendo a sostener el medio ambiente.
–¿Cómo ha afectado a su Consejería la suspensión de la reestructuración del sector público empresarial?
–No hay que dramatizar. Todo lo que se ha hecho se resume en que un Gobierno pone sobre la mesa una fórmula que garantice los trabajos, se presenta un recurso y ante la posibilidad de que se pueda perder, a lo mejor dentro de tres o cuatro años, se opta por dar marcha atrás... El presidente de la Ciudad lo ha explicado muy bien. Se dio un paso adelante, finalmente no se ha podido avanzar y se ha dado el paso atrás. No tiene que haber ningún problema. Me he reunido con los gerentes de las empresas que dependen de esta Consejería y todo está prácticamente arreglado.
–¿Están tranquilos los trabajadores después de que se haya insistido, hasta la saciedad, en que no peligra ningún empleo?
–Los trabajadores están tranquilos y tienen que estar contentos por cómo se ha actuado en este proceso. Como responsable de la Consejería, miro por mis sociedades como si fueran mías. Lo bueno es lo bueno, no hay más. El presidente ha dado instrucción de agilidad en la resolución final de este asunto, así que no creo que sea cuestión de buscar fantasmas ni enemigos donde no los hay. Se vuelve al origen y no pasa nada. Se había hecho un trabajo que parte de él se va a aprovechar y poco más. Es más una cuestión burocrática, de altas y de bajas de los empleados, que otra cosa. Las sociedades han ido trabajando sin problema, sin paralización ninguna.
–¿Tienen fundamento las críticas de los trabajadores de Trace por la supuesta competencia desleal en algunos casos de Obimace?
–No. Hay que puntualizar que la única queja que he escuchado es porque podría parecer que estábamos usurpándoles algunas parcelas. En absoluto. Los empleados de Trace son grandes profesionales y tenemos claro que nunca vamos a hacer el trabajo mejor que ellos. Dicho eso, hay una cosa clara: tenemos un contrato en el que pagamos los servicios que haga la empresa según lo estipulado, ni más ni menos. Nosotros necesitábamos en algunos puntos concretos hacer algún refuerzo, y en vez de encargárselo a Trace no se ha hecho porque no estamos en disposición de gastar más. Le echamos imaginación y lo hemos acometido nosotros... Ellos han seguido su trabajo y nosotros el nuestro sin problema alguno. No es que hayamos preparado un plan exhaustivo de limpieza, sino que era algo espontáneo, puntual. Se dialogó sobre ello y quedó todo muy claro. Incluso fue el propio presidente el que lo explicó muy bien y todo el mundo quedó conforme.
–¿Qué piensa cuando oye al PSOE hablar de tribunales porque no se mueven de su sitio unos contenedores?
–Mire, yo he sido también oposición, y sé que hay dos tipos de ejercerla: la constructiva y la que se hace simplemente por serla. En el caso de la eliminación de los contenedores que estaban cerca de los colegios, el PSOE presentó una moción de urgencia y se le aceptó. Le digo una cosa con total sinceridad: no he conocido, jamás, a otro Gobierno que acepte más mociones de la oposición y que tenga más talante negociador que el que preside Juan Vivas. Y lo dice alguien que lleva aquí desde 1989. Nuestra filosofía sólo busca la mejora de los ciudadanos, con fallos y aciertos como todo el mundo. Si presentas una moción de urgencia y es buena para el ciudadano, la aprobamos, no tenemos empacho en ello. Lo que ocurre es que muchas veces, cuando las cosas no salen como uno piensa, hay quien empieza con las amenazas. Ya lo he dicho muchas veces: si tienen que llevarme al juzgado que me lleven, pero por algo importante, no por unos contenedores. Pedir que se cambien unos contenedores puede parecer muy sencillo dicho en el hemiciclo, pero hay que tener en cuenta la capacidad de los mismos, el recorrido de los camiones, si están a un lado o a otro de la calle, si son de carga lateral o trasera, dónde se recolocan... En algunos lugares, como en la calle Linares, los cambiamos y los vecinos seguían echando la basura donde hasta entonces y no entendían que se hubieran retirado. Y tuvimos que hablar con ellos. ¿No vamos a querer hacer un bien a todos los vecinos?
–¿La acusación eterna de que se limpia más el centro que la periferia tiene fundamento o es una especie de leyenda urbana?
–No es cierto. Hay que tener algo en cuenta: el barrio lo hacen los propios vecinos, y lo dice alguien que pertenece desde octubre de 1985 al movimiento vecinal. Hay que facilitarles los medios. No se puede comparar la limpieza del Revellín con la de un barrio, pero tampoco se queda atrás. El barrio lo hacen quienes allí habitan, y el centro es de todos. Aunque nos duela, el centro es como el salón de la casa, donde está la zona comercial, donde llegan los visitantes. Somos los primeros en tener en cuenta que un baldeo cada 25 días en un barrio no es suficiente, claro, pero el ciudadano tampoco debería olvidar que hemos logrado abaratar el contrato de limpieza en casi 3 millones de euros sin despedir a nadie, y de algún lado hay que recortar. Y eso parece que no se valora, no se ve lo que ha pasado en Jerez, en Málaga, donde ha habido tantos despidos... Hay que tener un poco de paciencia. Las Brigadas Verdes también limpian los alrededores de los barrios... y los Planes de Empleo cuando entran lo hacen también en barriadas. Hay más barriadas que centro de la ciudad y hay que ajustar los recursos de los que disponemos. Más no podemos hacer...
–¿Cómo son sus relaciones con el colectivo vecinal?
–Tengo un contacto diario con la FPAV, profundo, aunque algún político intente decir lo contrario. Yo no voy a atentar contra mi origen. Las críticas no son justas. Los líderes vecinales son voluntarios, altruistas y buscan la calidad de vida de todos.
–¿A qué cree que se debe esa división interna que evidencian en los últimos meses?
–La ropa sucia se debe lavar en casa. Si hay una facción crítica con el funcionamiento de la federación, tendrá que espera a las elecciones y presentarse, o ponerlo sobre la mesa cuando haya una asamblea. La FPAV siempre ha sido ejemplo de unidad, y cuando la pierdan dejarán de tener el poder y entonces también perderán su identidad y su entidad. El único patrimonio que tenemos los que creemos en ese movimiento es nuestra credibilidad. Pero hay intereses por fomentar lo contrario. ¿Pero cómo va a haber confrontación entre la FPAV y la Ciudad si este Gobierno tiene a dos consejeros que han pertenecido al movimiento vecinal? La federación es mi casa, y la Consejería es la de ellos. Es un movimiento muy válido y hay que valorar que han sufrido un recorte en sus subvenciones.
–¿Son también positivas las relaciones con los ecologistas?
–Siempre son complicadas. El ecologismo llevado hasta sus últimos extremos es complicado. No me llevo mal con ellos, aunque haya algunas veces diferencias. Colaboramos con ellos, por ejemplo, en la recuperación cura y suelta de las tortujas que aparecen heridas en el litoral. Posiblemente firmemos un convenio de colaboración para apoyarles. También actuamos con criterios ecologistas: por ejemplo, los parterres que se están retirando de la Marina se están replantando en otros lugares, como los árboles que trasplantamos. Hay organizaciones culturales, religiosas o colegios que nos piden apoyo para repoblar y les prestamos ayuda... En esta Consejería tenemos conciencia ecologista. Y hay que reconocer que esas asociaciones, cuando se les ha pedido colaboración, la han prestado sin problemas. En el caso de Los Verdes, hasta que no decidan si son una organización ecologista o un partido político...
Colaboración ciudadana contra la proliferación de gaviotas
Las colonias de palomas y gaviotas que han invadido el centro de la ciudad se han convertido en uno de los quebraderos de cabeza para la Consejería de Medio Ambiente. Para controlar la capacidad reproductora de las primeras e intentar reducir su número se han colocado jaulas en distintos puntos de la ciudad, entre ellos la céntrica Plaza de los Reyes. “Hacemos capturas con jaulas automáticas de forma periódica y eso nos ha permitido reunir ya un número considerable de ejemplares que en estos momentos están en las instalaciones de Athisa, a la espera de lo que Sanidad determine qué hay que hacer con ellas”, asegura el consejero. En el caso de las populares pavanas, que en los últimos años han desplazado su hábitat natural desde el desaparecido vertedero de Santa Catalina, donde se alimentaban, hasta el mismo casco urbano, la solución hay que adoptarla, según García Castañeda, cuando empieza la temporada de anidamiento. “En ese momento hay que movilizar a un contingente y actuar con colaboración ciudadana para que, donde se vea un nido, retirarlo en el menor tiempo posible. Si no lo hacemos así, nunca vamos a poder controlar el número de gaviotas. Hay que perseguir que no aumente el número, o al menos intentarlo”, subraya. “Cuando los ciudadanos han empezado a darles de comer y los animales se han dado cuenta de que en los contenedores hay alimentos, se han instalado en la ciudad. Son además muy gregarios y se resisten a la captura. Es complicado”, insiste.
por el ciclo reproductivo vuelven a poner. Si no termina su ciclo reproductivo, a su temperatura, vuelve a poner. Cuando empecemos, la campaña será brutal, para que los vecinos alerten. No hay otra forma, no caen en las jaulas. Caen unas y no caen más. Gritan y atraen a 40 o 50. Solución control de la natalidad.