La prestigiosa revista “The Lancet”, ha publicado el estudio más grande realizado hasta la fecha sobre la violencia contra las mujeres. Los datos son espeluznantes. El 27% de las mujeres de entre 15 y 49 años (una de cada cuatro mujeres en el mundo) ha sufrido algún tipo de violencia física y/o sexual por parte de su pareja en algún momento de su vida. El 13% afirma haber sido víctima de la violencia de género en el último año. Este porcentaje aumenta en Oceanía o la zona de África subsahariana, disminuyendo en Europa hasta el 16%. Una de las razones de que aquí sea menor, se encuentra en la cantidad de recursos que dedican las Administraciones Públicas a combatirla. Justo la cantidad que la extrema derecha pretende que no se gaste.
Sin embargo, tal y como se informaba en la Cadena Ser días atrás, en España, la actitud negacionista de la violencia machista por parte de muchos jóvenes, está en sintonía con los argumentos que propaga la ultraderecha. De la misma forma, aumenta el negacionismo del cambio climático, el odio al inmigrante, el rechazo a los colectivos LGTBI, la negación de la memoria histórica o la oposición a las leyes contra el maltrato animal. Son los continuos mensajes de la ultraderecha que le están haciendo ser la tercera fuerza política en muchas Comunidades Autónomas, pese a su rechazo a esta forma de organización territorial del Estado. Los últimos resultados electorales de Castilla León, con un importante incremento de voto a la extrema derecha y la consiguiente crisis que ha provocado al principal partido de la derecha española, ha hecho saltar todas las alarmas.
Hay muchos análisis de las causas del auge de la extrema derecha populista en el mundo. También hay estudios específicos respecto las causas del apoyo electoral a VOX en España. En uno de ellos, por ejemplo, efectuado por Arroyo Méndez para el Instituto Complutense de Sociología, se venía a concluir que el incremento de apoyo electoral a esta formación que se produjo en 2019 era compatible con la teoría de Norris e Inglehart, de una reacción cultural populista autoritaria ante la creciente influencia y avance de los valores social-liberales, percibidos como la amenaza de la “dictadura progre”, reacción activada y amplificada a partir del lema “España se rompe”. Desde mucho antes, estaba abonado el terreno para que un partido de derecha radical populista y autoritario ocupase su lugar. La política de crispación y el aumento de la desafección política a consecuencia de la recesión económica habían ido preparando las condiciones para el fin del bipartidismo y, con este, la fragmentación de la derecha.
Si echamos un vistazo a las últimas encuestas sociológicas del CIS sobre los distintos problemas que percibe la población española, encontramos cosas interesantes. Por ejemplo, en el tema de la mujer y la violencia sexual, un 22,8% de los encuestados creen que apenas hay desigualdades entre hombres y mujeres. Y un 6% consideran que son casi inexistentes. Un 19,2% consideran que las mujeres se ofenden muy fácilmente; y un 17,7% consideran que en el fondo las mujeres feministas pretenden que las mujeres tengan más poder que los hombres. De la misma forma, un 14,8% consideran que es a las mujeres a las que hay que enseñar a evitar situaciones de riesgo.
Si ahora nos vamos a las actitudes respecto a la inmigración, encontramos que un 33% cree que los inmigrantes perciben bastante ayuda del Estado, y un 19,7% que perciben mucha. Por su parte, un 31,8% considera que el número de inmigrantes que hay actualmente en España es elevado. Y hasta un 29,3% lo considera excesivo. Algo sorprendente es lo que se considera que debería exigirse a la hora de venir a España a un inmigrante. Un 39,9% considera que debería ser de países con tradición cristiana y un 63% que deberían ser de piel blanca. Respecto a los no regularizados, solo un 18,5% de encuestados consideran que habría que regularizarlos. El 20,7% que se regularice solo a los que lleven varios años viviendo en España. Y el 39,5%, que se regularice solo a los que tengan trabajo, aunque solo un 9,9% piensa que se les debe devolver a su país. Curioso. También un 21% piensan que los inmigrantes abusan de la asistencia sanitaria.
Respecto al cambio climático, un 15% de personas considera que no es un problema urgente y un 2,5% considera que no tiene solución. Y sobre el tipo de sociedad en la que nos gustaría vivir, un 33,7% prefiere una sociedad en la que la gran mayoría de la gente tenga el mismo origen, cultura y religión.
Si analizamos los puntos más importantes en los que incide la extrema derecha en sus campañas propagandísticas, vemos que su población objetivo es claramente el de estos porcentajes que rechazan el cambio climático como algo importante, que no ven haya un problema violencia de género o de desigualdad de las mujeres. Que rechazan a los inmigrantes y los perciben como un auténtico problema. O que prefieren una sociedad sin personas diferentes o de otras razas (blancos y cristianos). Es decir, aun suponiendo que lograran convencerlos a todos, su techo electoral no pasaría mucho del 20%, que ya es mucho.
Por tanto, el debate está en cómo frenar a la ultraderecha. Entre el frente antifascista propugnado por Pablo Iglesias, el de las “políticas progresistas valientes” de Izquierda Unida Podemos o el “proceso de escucha activa de la ciudadanía” de Yolanda Díaz, y antes que ella, del candidato socialista a la Junta de Andalucía, Juan Espadas, me quedo con este último. Es evidente que donde se tiene que incidir es en el 80% de población normal, que reconoce los principales problemas que existen, que sabe valorar lo bien o mal que se aplican las políticas públicas, pero que a veces les falta la ilusión que da el identificarse con un proyecto y un programa concreto que satisfaga sus aspiraciones.
En 1975 se estrenó en España la película de Carlos Saura, “Cría cuervos”. Se hizo muy popular entre los estudiantes universitarios antifranquistas de entonces. Yo no acababa de entender el sentido del título, pues no le encontraba mucha relación con la trama de la película. Hasta que un buen amigo, aprovechando los días que estuvo escondido en mi casa, para evitar que la policía social franquista lo detuviera (finalmente lo detuvieron y le torturaron cruelmente hasta que “cantó” lo que ellos querían), me repitió el viejo refrán “cría cuervos y te sacarán los ojos”.
La situación política actual tiene mucho que ver con ese refrán y con esa película. Y también nos tiene que servir de reflexión de hacia dónde no debemos caminar. Dejarse llevar por los mensajes fáciles y populistas, en la creencia de que esto nos ayudará a recuperar electorado, no nos conducirá más que a una situación en la que los cuervos que criemos, cuando crezcan, nos saquen los ojos.
La verdad y la justicia no tienen más que un camino. Los requiebros y constructos artificiales no sirven para nada más que para alejarnos cada vez más de la realidad, de los ciudadanos y de los que son nuestra fuerza natural, a saber, los y las trabajadoras.