14.000 euros. Dos mil por cada plaza. Aunque la misma sea un hueco dentro de un salpicadero, en una defensa o en un doble fondo de escasos centímetros que llegó a alcanzar 45 grados de temperatura. El objetivo era cruzar y esa posibilidad es la que se le ofreció a los
7 inmigrantes subsaharianos que a punto estuvieron de perder sus vidas en la noche del lunes, tras
chocar el vehículo en el que viajaban contra una casa de
Arcos Quebrados. Era un negocio redondo: 14.000 euros por cruzar
el Tarajal, entrar en Ceuta y ser abandonados en algún lugar del extrarradio. Los participantes de esta travesía pagaron por pasar en una patera a
cuatro ruedas. Una auténtica obra de ingeniería. Porque el coche empleado había sido preparado específicamente para ese fin delictivo: traficar con personas y hacer caja con la inmigración.
El monovolumen iba a funcionar todo el verano
Siete plazas para ocultar a personas que podían dar cabida a alguno más. El monovolumen iba a funcionar todo el verano, a acumular riquezas para las organizaciones que mueven sus hilos delincuenciales a ambos lados de la frontera. El objetivo se frustró cuando la conductora, probablemente sin carné de conducir y con orden de busca y captura, perdió el control y terminó destrozando esa máquina de hacer dinero. La destrozó y también hizo lo propio con la vida de
una mujer de 25 años, de Guinea Conakry, que ha perdido una de sus piernas y ha sufrido múltiples fracturas físicas y un gran impacto emocional. De no haberse producido el accidente el coche habría servido para más entradas de inmigrantes, porque estaba perfectamente preparado para tal fin e iba a servir para garantizar entradas ante el blindaje del perímetro fronterizo.
La UCRIF sigue investigando.
La copiloto, menor de edad, está en Punta Blanca. La conductora sigue escondida y contra ella se ha cursado una orden de busca.