El consejero de Medio Ambiente y Servicios Urbanos, Yamal Dris, ha recibido luz verde este viernes del Consejo de Gobierno de Ceuta para proceder a la contratación de sendos expedientes para el suministro de contenedores inteligentes de última generación para residuos textiles y la gestión del servicio.
En el primer caso el presupuesto previsto roza los 100.000 euros y en el segundo supera ligeramente los 104.000, según ha detallado el portavoz del Ejecutivo local, Alberto Gaitán, en rueda de prensa.
Según Ecoembes, los contenedores de residuos inteligentes avisan a las empresas de recogida cuando el nivel de llenado es elevado (entre el 70 y% y el 100%) para que procedan a su vaciado.
Así se reduce el impacto medioambiental y los costes de transporte y gestión, ya que se optimiza el proceso porque solo tienen que acudir cuando es realmente necesario. Además, de cara al futuro, están preparados para instalaciones Wifi, puntos de recarga de coches eléctricos, cámaras de seguridad o espacios publicitarios, entre otras cosas.
En España, la implantación de contenedores inteligentes empezó en Barcelona, donde se instalaron cubos adaptados para personas con discapacidades visuales y motoras. Se trata de puntos de depósito de menos altura, mayor ergonomía y más accesibles, además de colores más visibles e información adaptada para hacerla fácilmente comprensible. Además, se desarrolló un sistema para reconocer a los usuarios con movilidad reducida a través de pulseras o tarjetas que podrán escanear en los contenedores que facilitarán el proceso para depositar la basura.
El aceite doméstico usado puede causar importantes daños en el medioambiente. No solo atasca tuberías y alcantarillados, sino que el aceite que acaba en ríos y océanos es altamente contaminante ya que dificulta el intercambio de oxígeno y daña los ecosistemas de los animales marinos. Se recicla el vegetal sobrante de asados, fritos, alimentos enlatados, manteca de cerdo o grasas caducadas y en mal estado.
Una vez se recoge el aceite acumulado, se traslada a centros de transferencia, donde se determina su composición y los posibles impropios (otros componentes que no se corresponden con la composición original). Posteriormente, se destila para eliminar el agua, los sedimentos y los posibles metales pesados, obteniendo unas bases regeneradas, útiles para el posterior uso.
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