Y a va “pa” tres años -10 de febrero de 2019- que toda la farándula de los peperos, de ciudadanos, de los fascistas de un partido de los nostálgicos de la dictadura de Franco, se fueron en autobuses a tomar el sol a la plaza de Colón en Madrid, a gritar contra el dialogo y las palabras del Gobierno y la Generalitat de Catalunya...
Y, recuérdeme esta jornada festiva -viajando en «guaguas y valencianas» con bocadillos de calamares y cervezas para aliviar el gaznate del miajón del pan, a aquel estribillo que cantaran los «Beatles de Cádiz*» a la tardanza de la construcción del puente Carranza, a saber: «Vamos a tomar el sol a Puerto Real, el puente está listo, el puente estará. El puente está listo, ya lo verá usted, cuando yo me pele, je, je, je, je, je...»
Y, bien podemos “apuntá” -dado lo visto-, que la nostalgia de la dictadura de Franco no cesa y nunca acaba de irse... La nostalgia de los fascistas que, cada cierto tiempo, retorna para intentar sumergir a este país en un prisionero cuartel, donde sobran el diálogo y la palabra.
La nostalgia de una España llena de fantasmas del pasado, que ya no tiene cabida en un país en marcha del siglo XXI. Una España, que tarde más o tarde menos, llegará como llegan las cigüeñas a los cielos en primavera de los campanarios y espadañas de catedrales, iglesias y ermitas...
Pero, ¿qué país es éste, y qué caverna de derecha tenemos, que no sólo no quiere que se llegue a un acuerdo con los catalanes; sino que además: ni siquiera se dialogue con ellos...? Qué no se tiendan puentes con el Govern de la Generalitat; que no se discuta hasta la extenuación por conseguir un acuerdo con los dos millones de independentistas vecinos de Catalunya; qué no se abra un espacio y un foro de debate donde se contrasten todas las posturas, incluso la de la independencia.
A ver, ¿acaso en un país libre y democrático se puede impedir que la voz de un pueblo y una nación -España es una nación de naciones desde el medievo- sea menospreciada y se impida un referéndum, para saber de una puñetera vez, si los catalanes desean estar dentro de España o por el contrario, eligen en libertad y sin ningún tipo de obstáculos y acechanzas, el camino siempre difícil de la independencia?
No, no seremos nosotros los que apoyemos la iniciativa de la independencia; nos oponemos con toda la fuerza de la razón y de sentir a España con la profundidad que nos lleva al corazón y a los sentimientos; sin embargo, decimos fuerte y claro ante cualquier foro y en todo momento que: «Si somos una nación de naciones, y queremos perdurar en el futuro, no podemos imponer nuestros criterios; porque así no se forja una nación, las naciones se forjan con el diálogo y dejando que hablen los pueblos. Porque no hay nada más patético que un matrimonio de conveniencia, o tiranizado por la violencia del más fuerte».
Por otra aparte, si queremos que Catalunya habite entre el resto de las naciones españolas, dejémosle que hagan en sosiego y sin ningún tipo de presión su reflexión en la elección de su responsabilidad con la historia; porque hay también otras formas de alcanzar en gran parte el pretendido sueño de la independencia, sin tener que romper con el resto de España. Difícil, mas no imposible, pues siempre hay puntos de encuentros que a través del discurso del diálogo y la palabra pueden darse, y es de valientes y de bien nacidos, intentarlo...
La manifestación de hace un año convocada por los partidos de la derecha fue un rotundo fracaso sin paliativos con que justificarse. Porque fue una estrategia confiando en que los españoles respaldaran su ciega política de enfrentamiento con el Govern Catalá, y acudieran en masa a la convocatoria en plaza Colón. Sin embargo, los españoles no acudieron, cansados de esa malsana obsesión contra los independentistas, que pone al país al borde de la ruptura.
La cifra de 45.000 manifestantes (180.000 para los organizadores) es una cifra ridícula para los tres millones largos de Madrid, y 46 millones de la población española, teniendo en cuenta, además, que los convocantes organizaron excursiones de autobuses desde todos los lugares de España -incluido viandas, cervezas y cantos patrióticos, como los consabidos: ¡Qué viva España!, y Paquito el Chocolatero- como si fueran a una romería... Pero la convocatoria no era una romería, la convocatoria era un alegato de la España obscura y fanática que subyace en el alma de los violentos, que no creen en el dialogo como la forma más democrática de alcanzar acuerdos justos y razonables.
La convocatoria -siendo sinceros y con el manual de la manipulación falaz e hipócrita en la mano- ya sólo atendía a nostálgicos de aquella otra España de hacendados y cortijeros señoritos de postín, bendecidos por un remedo de Iglesia alejada del pueblo y de los Evangelios. La convocatoria, mis queridos amigos y lectores, quedó en fracaso y en barbecho aún antes de iniciarse, porque los españoles no es que no sean de derechas; sino que los españoles gustan y desean aquello que apunta a lo razonable y a la sensato, y huyen como alma que lleva el diablo de la mezquina y vacía verborrea de los desvergonzados políticos...
Y sobre todo, han aprendido la lección, y ya no se dejan engañar por aquellos políticos de turno, que al igual que charlatanes de feria, hablan y hablan palabras sin contenido; intentando en un juego insulso donde la estulticia les alcanza, asaltar el poder sin que medie el sentido común y el valor supremo que nos entrega la libertad de la palabra, como la única vía que debe de prevalecer en lo que hemos dado en llamar: democracia...
(*) Los Beatles de Cádiz: Fue un grupo musical que se formo a raíz de la chirigota gaditana de Enrique Villegas, Los escarabajos trillizos. Participaron en el carnaval de Cádiz en 1965, actuando en el Gran Teatro Falla en obteniendo el segundo premio en la modalidad de comparsas -siendo el primer premio para el famoso comparsista Paco Alba- y teniendo una repercusión nacional extraordinaria. En esos carnavales quisieron parodiar a la famosa banda británica de Liverpool, The Beatles, tan de moda en aquellos años. Grabaron varios discos y estuvieron de gira por toda España e Hispanoamérica, donde cosecharon muchos éxitos a finales de los sesenta.
Como reconoce el especialista en carnaval Javier Osuna (aquí lo cuenta todo: Los fardos de Pericón): “Fue un fenómeno sociológico digno de estudio, pues su proyección fue brutal. Las salas de mayor peso (Pasapoga, Pavillón, El Cisne Negro; Barcelona, Madrid, Valencia, País Vasco…) Encajó a la perfección en aquella España de los 60. Se codearon con lo más granado y llegaron a tener un caché acorde a una primerísima figura, por espacio de siete años, dando incluso el salto a Puerto Rico”. Respecto a este viaje a Puerto Rico, la Hoja Oficial de la Provincia de Barcelona recogía el 16 de diciembre de 1968: “Procedentes de Puerto Rico y después de una triunfal gira por los países sudamericanos que ha durado más de tres meses, han llegado los famosos “Beatles de Cádiz” y lo primero que hacen es saludar a todo el público de Cataluña, al que tanto quieren y tanto les corresponde”.
Cincuentenario de los míticos “Beatles de Cádiz”, la famosa comparsa marcó una época. El Carnaval de Cádiz de 1965 pasó a la historia con un nombre propio: Los Beatles de Cádiz. La mítica comparsa de Enrique Villegas, llamada oficialmente ‘Los Escarabajos Trillizos’, que en el Carnaval 2015 cumplirá sus Bodas de Oro, escribió una de las páginas más relevantes de la fiesta y, como suele ocurrir en muchas ocasiones, ni siquiera consiguió el primer premio en el Concurso Oficial de Agrupaciones.
La comparsa obtuvo el segundo premio de la modalidad, por detrás de ‘Los hombres del mar’, de Paco Alba, en un certamen de lo más disputado. Sin embargo, ‘Los escarabajos trillizos’ dejó pronto de ser una comparsa para convertirse en el fenómeno de ‘Los Beatles de Cádiz’, cuyo tipo representaba a la famosa banda de rock inglesa, que por entonces triunfaba en todo el mundo.
Así lo cuenta uno de los componentes de aquella mítica comparsa, Antonio Trujillo, ‘El catalán grande’, que aunque no concursó con ellos, se incorporó meses después al grupo de ‘Los Beatles de Cádiz’ para realizar una gira de actuaciones que duró casi siete años. “Yo me incorporé a finales del año 65 en San Sebastián para emprender una gira que nos llevó por todas las capitales españolas y por casi todos los pueblos. ‘Los Beatles de Cádiz’ eran un escándalo en la época”, asegura.
El “Catalán” recuerda el pelotazo que significó aquella comparsa en Madrid, donde estuvieron una larga temporada contratados en Los Canasteros, el tablao flamenco de Manolo Caracol, uno de los más importantes de la capital de España. “Caracol”, incluso nos quiso poner una querella cuando nos fuimos porque le llenábamos aquello todos los días, pero a nosotros nos salieron contratos por toda España y decidimos hacer las maletas, afirma. Y hablando de querellas también recuerda la que los verdaderos Beatles ingleses quisieron interponer ante la Justicia. “El manager se puso en contacto con nuestros abogados por la utilización del nombre. Claro que sabían de nosotros porque en España no hubo sitio en el que no cantásemos y nos querían meter en la cárcel. Al final decidieron no ponernos la querella porque sabían que tenían perdido el juicio”, cuenta Antonio Trujillo.
Además de las cientos de actuaciones que ofrecieron, ‘Los Beatles de Cádiz’ también hicieron historia participando en la película ‘Acompáñame’, de Rocío Dúrcal, donde tuvieron un papel importante. Otros artistas importantes como Raphael o Los Brincos también tuvieron contactos con el grupo, ya que Enrique Villegas les pedía permiso a menudo para cantar sus canciones. También ocurría lo contrario y eran muchos los autores que trabajaban en Madrid y que les pedían a ‘Los Beatles de Cádiz’ que cantasen sus canciones y así cobrar los derechos, aprovechándose también del éxito de los gaditanos. De ahí que muchas piezas míticas que interpretaba el propio Antonio Trujillo no fueran en su totalidad de Enrique Villegas, como era el caso de ‘Charlotte ‘, o ‘Caramelo’, entre otras.
También tiene un mal recuerdo del accidente que tuvieron cuando se desplazaban a cantar por tierras valencianas. “Chocamos contra un tráiler cargado de uvas y el autobús quedó para el desguace. Nuestro chófer, Claudio, se quedó inválido, y nosotros estuvimos tres meses convalecientes. Aquí en Cádiz se nos dio por muertos”, relata. Por todo esto, Antonio Trujillo decidió poner fin a esta aventura y volver a Cádiz tres años después. Los Beatles de Cádiz siguieron su camino hasta 1973, cuando regresó el resto del grupo. En estos años siguieron cantando e incluso actuaron en Puerto Rico, y estuvieron a punto de ir a México, aunque entonces comenzaron a surgir discrepancias entre los componentes y el autor, que terminó de romper el idilio. (Fuentes: referencias de José Manuel Serrano Cueto, Nuria Agrafojo, Carnaval de Cádiz, y Wipipedia)