El Gobierno de la Ciudad empezará mañana en la Mesa de Diálogo Social a sentar los pilares del calendario laboral del año próximo, en el que volverá a no ser fácil encajar todas las jornadas festivas incluidas en el de este ejercicio, que por primera vez incluyó la celebración del final de Ramadán.
El Ejecutivo de Vivas va a apostar con acierto por repetir el modelo, plenamente legal, implementado en 2023, exprimiendo al máximo las posibilidades que concede la legislación vigente a través del señalamiento de cuatro festivos locales tradicionales (dos como municipio y dos como autonomía) y uno más en calidad de recuperable, el Día de Ceuta.
Tras años de tensiones políticas alrededor de este asunto, exacerbadas por la concepción de la ciudad y de su sociedad de la ultraderecha, la aprobación del calendario laboral debería ser casi un trámite asumiendo todos como propias las festividades que en él se recogen atendiendo a la realidad social de la ciudad.
La identificación de unos festivos como ‘ajenos’ o no ‘tradicionales’, que ha sido rebatida incluso por los Tribunales, solamente conduce a generar o acrecentar brechas sin razón en un cuerpo social como el de Ceuta, que tal y como recordó el presidente en el acto institucional del Día de la Autonomía está formado por cuatro comunidades (al menos) religiosas y culturales que terminan siendo y conformando una sola.
La complicidad con la que los agentes socioeconómicos se han sumado a facilitar la confección de ese calendario laboral amplio e intercultural con San Antonio, el Sacrificio, la Virgen de África y el fin de Ramadán también debe ser alabada por su aportación a evitar conflictos artificiales y estériles.