Dice mi amigo Vicente Álvarez, o más bien sus personajes Pepe Caballa y la Pavana, que la basura huele. Siempre ha sido así. Esto es como una especie de tarta para 4 que llevas a un cumpleaños al que acuden 12. Las cuentas no salen por más que algunos no tengan siquiera intención de colocarse a poner plato.
Llevamos meses hablando de la basura, de la municipalización, de lo que quieren unos y otros… Se ha hablado demasiado y muchas veces mal, sin fundamento, sin claridad, con intereses partidistas que más parecían gestados en un zoco de Castillejos donde se regateaba hasta el precio del bolso que todos sabían que era falso.
Hay auténticos artistas en eso del regateo, no lo duden. Aquí nadie da duros a cuatro pesetas ni se parte la camisa a lo Camarón defendiendo derechos de los demás. Todo eso pinta bien de cara a la galería, para los vídeos en redes, para las chaquetas que toca ponerse según el momento. No hay más, no lo busquen.
En esto de la municipalización se trataba de que Ceuta estuviera limpia, de que los trabajadores del sector no perdieran derechos y de que existiera control en el servicio. De ahí hemos pasado a ver quién podía empapelar mejor el regalo para sacar votos enarbolando la bandera de las Brigadas Verdes, peleándose simplemente por ver quien es capaz de llevarse el gato al agua.
En días tendremos la sesión plenaria, momento en el que los partidos deberían cuidar mucho sus mensajes de cara al público. Eso sería lo recomendable, aunque, ya ven, en demasiadas ocasiones sucede lo contrario.
La basura siempre ha olido mal, siempre, cierres la bolsa como la cierres o te tapes la nariz, ¿lo recuerdan?