La Ceuta verde, la Ceuta viva ha sufrido un duro golpe, todavía bajo investigación cuya panorámica invita a la reflexión común. Se tardará en recuperar lo perdido tras el
incendio en García Aldave. Se tardará en visionar el monte como estaba antes del fatídico fin de semana: lleno de vida. Entre la manta de cenizas, de superficie quemada, asoman árboles que milagrosamente se han salvado, aunque tienen de compañeros a otros calcinados. La quema del monte ha dejado al descubierto estructuras de casas abandonadas que habían sido tapadas por la vegetación. En el camino hay plantas carnívoras que han sobrevivido a las llamas, otras en cambio están quemadas pero se recuperarán mucho más rápido que otras especies autóctonas de Ceuta. Los daños han sido importantes. Casi 73 hectáreas quemadas y riesgo de alcance a estructuras. La visión por el camino que el fin de semana realizaban a toda velocidad los camiones de Bomberos y demás unidades deja ver la proximidad de las llamas no solo a las casas de Cabrerizas Altas y Serrallo, sino también a instalaciones militares como los cuarteles cercanos. A poco estuvieron de ser afectados por el fuego. Calcular las especies que han podido morir atrapadas por las llamas es imposible. Por el camino se han encontrado algunos cuerpos, otros todavía ni se han detectado porque queda mucho por reconocer y perimetrar. El que se ha convertido en el segundo incendio más grave de Ceuta deja un balance de daños ecológicos importante pero además asoma una advertencia adelantada por Septem Nostra y ratificada por Obimasa: el riesgo de contaminación del embalse del Infierno cuando lleguen las luvias puesto que pueden arrastras las cenizas.