La imagen podría ser casual, anecdótica, pero tristemente es el reflejo de un pleno anormal para todos pero normal para Vox. Los salvadores de Ceuta se permiten el lujo de llegar tarde a las sesiones plenarias, abandonarlas cuando quieren hasta el punto de permanecer más tiempo fuera que dentro, escenificando actitudes tan chulescas como impropias. Realmente lo que allí se debate les importa bien poco, de hecho se ha dado el caso de no defender ni sus propias propuestas por no estar en la sala. Así sucede que ni siquiera conocen el reglamento y hacen el ridículo aunque ante la galería se presenten como víctimas.
No tienen discurso, tampoco ofrecen alternativas. Presentan una enmienda a la totalidad del Presupuesto fuera de plazo, pero además sin fundamentar, sin trabajarse un documento económico distinto, más estudiado y mejor. Pero eso supone trabajo y en Vox, a pesar de tener 6 asesores y disponer de 4 diputados, parece que tienen más tiempo para desproticar en redes sociales que para trabajar.
El discurso de Vox es el mismo de hace años: menas, subvenciones, medios de comunicación (citando solo algunos, claro, cual cobardes a los que se les ve demasiado el plumero), chiringuitos... Lo mismo de siempre repetido hasta la saciedad pero ni una sola propuesta, ni una alternativa, ni una opción a ofrecer un trabajo mejor. No lo hay porque no saben hacerlo, si no conocen siquiera como se tiene que hacer su actividad como diputados, ¿cómo se les va a pedir un trabajo presupuestario?
Se puede hacer oposición pero con estudios. En Vox solo ejercen el lenguaje bronco porque en el fondo no tienen más que dar.