La familia Sbihi nutre casi todas las unidades militares de Ceuta con jóvenes y no tanto que, cada uno por su camino, han seguido la estela de Mohamed, que formó parte de Regulares desde el 18 de agosto de 1937, cuando se alistó nada más alcanzar la mayoría de edad, hasta 1975, primero en el Protectorado español en Marruecos, en los Grupos de Xauen número 6 y Bab Taza número 10, y después en la ciudad autónoma, donde una vez retirado estuvo a cargo del morabito de Sidi Embarek como fakir.
Sus allegados de varias generaciones (bisnietos, nietos, sobrinos, sobrinos nietos...) se reparten por el Batallón del Cuartel General de la Comandancia, la USBAD Teniente Ruiz, Caballería, La Legión, Artillería Antiaérea y, por supuesto, el Grupo número 54 actualmente radicado en Hadú, que tiene el honor de poseer la Bandera de España de cuya moharra más corbatas cuelgan.
La viuda de Mohamed Sbihi, fallecido en 1998, Aicha Lahasen, hija y hermana a su vez de un soldado de la Mehal-la Jalifiana que precedió a las Fuerzas Regulares, es una de las pocas supervivientes de los pioneros del tarbuch que podrán ver el homenaje que el Pleno acordó en marzo por unanimidad a propuesta del PSOE a los soldados de las Fuerzas Regulares en las Murallas Reales con motivo del centenario de la entrega de la Bandera Nacional de España a esas Tropas de Ceuta por parte del rey Alfonso XIII.
El Faro ha reunido en el Complejo Monumental, donde los Regulares tuvieron su base hasta la construcción del acuartelamiento de Hadú y donde se colocará la placa de reconocimiento, a la matriarca con una parte de su prole para recordar a su marido, con quien vivió una historia de otro tiempo que forjó parte de la de Ceuta.
Lahasen lo recuerda como un hombre “muy bueno, muy bueno, muy bueno... una persona que vamos...” con el que “nunca tuve una discusión”. Su noviazgo fue cosa de otra época y otro mundo: “Mi marido preguntó a una mujer si le podía encontrar una esposa y ella le dijo que sí, que existía... Le trajo a mi casa y me dijo ‘te vas a casar con este señor’ y yo contesté que bueno, que vale”, rememora con una sonrisa.
“Me dijeron: ‘Te vas a casar con este señor’ y yo contesté que vale... Era muy muy bueno”
Así nació en el Rif una historia de amor con intermediaria que, en los años cincuenta, trajo a la pareja Sbihi-Lahasen a Ceuta, a Los Rosales. “Llegamos al Pueblo de Regulares, a la parte de abajo de la cárcel, a unas barracas en las que vivimos quince años hasta que, trabajando, nos pudimos comprar una casita nuestra”, repasa Aicha, que a sus 90 años es feliz con una descendencia “llena de militares” y guardias civiles. “Hay algunos que no han venido porque están de guardia”, excusa rodeada por Mohamed, Jalid, Mariam, Nabil, Ahmed, Said o Fuad, actualmente el décimo cabo más antiguo de España.
La mujer recuerda con cariño el ambiente de aquella época en el Poblado Regulares pese a las dificultades de un tiempo que también revive emocionado uno de los poquísimos veteranos que sigue vivo en la ciudad.
Se trata de Hassan Mohamed, vecino de Bermudo Soriano y soldado del entonces denominado Grupo número 3 de Regulares hace casi 70 años, que vino al mundo en las Murallas Reales y se alistó a los 18 años. El número que se le asignó al ser reclutado fue el 28.988.
“Nací en El Ángulo y entré en el Grupo en 1955... Era miseria”, repasa una época en la que su madre residía en Hadú y sobrevivía ganando también “una miseria” como empleada de hogar. “Fui soldado en el área de transmisiones... Ganábamos apenas 350 pesetas [el equivalente a dos euros de hoy] y nos daban unas alpargatas cada 40 días... Si te duraban menos, te las descontaban”, explica su periplo con uniforme antes de dedicarse, de vuelta como civil, a la frutería y otros oficios.
“Cobrábamos 350 pesetas y nos daban unas alpargatas cada cuarenta días”
Las penurias se alargaron para las viudas más allá, especialmente con el fallecimiento de sus parejas, al quedarse sin pensión alguna.
“A mí no me quedó nada pese a que mi marido estuvo treinta y ocho años de servicio porque no fue sargento, sino soldado [en realidad llegó a cabo], y yo me quedé sin nada más que la jubilación de mi trabajo”, lamenta Lahasen.
Se trata de un problema pendiente de solución que los responsables de Regulares y su Hermandad intentan reparar en la medida de sus posibilidades cuando viudas y veteranos acuden a alguno de sus actos sociales.
Recuerdos musicales
Aicha, que salió adelante trabajando 18 años como camarera de piso en una pensión, estuvo hace nada en un Viernes Regular que la conmovió como si volviera a tener delante a su marido cuando tocaba “la corneta” en la Nuba, la banda de guerra del Grupo.
“Estuvo muy bien, muy bien, muy bien... Vino el coronel, el teniente coronel, el general... Me saludaron y me lo pasé muy bien aunque el acto ha cambiado mucho, pero me acordé mucho de mi marido con la música... Me quedé frita porque él también estaba en la banda”, reconoce.
El homenaje que se rendirá en las Murallas, inicialmente programado para el 27 de mayo pero pospuesto a primeros de junio por la campaña electoral y el veto de Defensa a la participación de sus efectivos en casi cualquier tipo de actos públicos, es motivo de satisfacción para viuda y veterano si sirve, aunque sea muchas décadas después, para rendir tributo al servicio a España que Hassan recuerda rodeado por dos de sus nietos, Lamia y Llalal.
El homenaje en las Murallas Reales se celebrará probablemente en junio
“Eso es bueno porque mucha gente murió en la península... Venían los jefes y prometían muchas cosas, botones de oro, esto y lo otro, a cambio de ir a la guerra... A los pobres les enseñaban un par de veces a usar el fusil, pero cuando se enfrentaban a otro morían porque no tenían estilo, no habían practicado mucho... Eso es lo que pasó”, cuestiona una parte de la historia de la fuerza con más honroso palmarés del Ejército español, que suma 18 cruces laureadas de San Fernando y 61 medallas militares colectivas, por un lado; y 55 cruces laureadas de San Fernando y 208 medallas individuales, por otro.
La Asociación Cultural de Descendientes de Militares del Cuerpo de Regulares (Acudemire) prevé que la puesta de largo con acto y parada militar de la placa que se colocará a la entrada del Patio de Armas de las Murallas Reales sea sobre todo una “reivindicación” del soldado indígena regular, de la tropa.
De Marruecos al acuartelamiento de Hadú
El Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Infantería pasó progresivamente a Ceuta con la independencia de Marruecos en junio de 1956. En 1962, una vez terminado el repliegue, el Grupo recaló definitivamente en su acuartelamiento Coronel Fiscer. El 31 de julio de 1985 cambia de denominación, pasando a llamarse Regimiento de Infantería Motorizado Regulares de Ceuta número 54 con sus Batallones denominados Tetuán y Larache, y recogiendo, en custodia los Historiales de los Grupos de Regulares de Ceuta nº 3, Larache nº 4, Xauen nº 6, Arcila nº 9, Bab-Tza nº 10 y del Regimiento de Infantería Ceuta nº 54. En ese año el II Batallón fe al Acuartelamiento González-Tablas donde posteriormente lo harían, en 1990, la PLMM y, en 1998, el I Batallón. En 1996, tras la reorganización de las Comandancias Generales de Ceuta y Melilla, pasa a denominarse Regimiento de Infantería Ligera Regulares de Ceuta nº 54, compuesto de PLMM, Compañía de Defensa Contracarros y dos Batallones: BIL África I/54 y Bil Larache II/54.