Es un mensaje aprendido, bobo, repetido como una consigna. Un mensaje propio de una sociedad controlada bajo un pensamiento único y aborregado. Cada vez que se produce una salida de inmigrantes del CETI se repiten los mismos mensajes: que si invasión, que si ahora vendrán más, que los mandamos con una paguita… Sentados en el sofá o tomándose un cafelito en la plaza a golpe de click opinan los de siempre demostrando esa especie de placer que aporta asomarse al balcón de las redes suciales para opinar sin saber, sin conocer, sin querencia por enmendar el error.
Salen 15 residentes del CETI… titular que en cuestión de minutos es respondido con críticas teñidas de odio. Ni saben en base a qué protocolos se marchan, ni con quién, ni de qué forma… pero lo idóneo es soltar eso de “ahora nos quedamos sin pensión, ahora a darles paguita, ahora…”. Tantas y tantas mentiras que forman parte de esa aldea global de falsedades que hallan en redes el calorcito.
Se van sí, se marchan sí, tendrán ayuda al principio sí, saltaron la valla sí, entraron en el CETI sí y… todo se cuestiona por parte de los que solo buscan sembrar odio y aprovechar este tipo de noticias para generar una ola de rechazo y odio que carece de fundamento y solo se sostiene en el ánimo de crear crispación y mantener esa animadversión hacia el otro.
Aquí usamos las generalizaciones cuando nos conviene y a algunos en el caso de los inmigrantes les viene bien siempre, les viene bien atacar a todos por acciones de unos, les viene bien extender bulos y mentiras aunque hayan sido negadas hasta la saciedad, les viene bien seguir manteniendo ese rechazo aunque solo sea dominando las redes sociales enarbolando la bandera del “llévatelos a tu casa”.
Tampoco se les puede pedir más. Igual los mismos del click son aquellos que luego desgravan por mantener una cuota anual para ayudar a niños del Tercer Mundo o los que colaboran con el Domund porque eso de apoyar a los africanos queda bien en la cestita tras la misa pero no con los que te encuentras por la calle o divisas yendo a la Península.
Así es la vida, así es ese circuito hipócrita que se repite siempre con cada salida en una especie de día de la marmota del odio.