Hace meses comenzaron las detenciones e inspecciones a futbolistas y empresarios del sector que han intentado defraudar impuestos con argucias legales. Las condenas de cárcel a futbolistas –sin pisarlas por razones legales-, después de abonar lo defraudado y las multas son indicios suficientes para que la élite del fútbol profesional entienda que no están por encima de la ley. Unas condenas judiciales, no ciudadanas, porque los ciudadanos incomprensiblemente siguen vitoreando y defendiendo a los profesionales que con su comportamiento ponen en peligro nuestras pensiones, las becas de nuestros hijos o una sanidad digna. Así somos los españoles, capaces de insultar al que se lleva tres litros de leche de un supermercado y defender y vitorear a millonarios que tratan de sustraernos el Estado de Bienestar, que no es otra cosa que la capacidad del Estado de responder a las dificultades ciudadanas. Hoy escribo sobre el uso PATRIÓTICO y SENTIMENTAL que el mundo del fútbol utiliza para tocar la sensibilidad de los ciudadanos, en este caso, de los caballas, mintiéndonos, tomándonos por tontos, sin importarles cachondearse de un pueblo entero representado por nuestro presidente D. Juan Vivas. El pasado mes de junio, Ángel María Villar, presidió la Gala de la Federación de Fútbol de Ceuta, en la que fue distinguido por su apoyo “incondicional” al fútbol ceutí en la que Gaona, Presidente de la Ceuta, manifestó que Villar: “Es una persona que quiere a Ceuta y mucho, ha sido el único presidente de la RFEF que ha venido a Ceuta y nos ha dado a la ciudad un plus de inversión, de presencia y de cariño”. En la gala le fue entregada una placa de manos del presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas, que destacó también la labor de Villar. Nada que reprochar hasta ese momento, pero la detención de Ángel María Villar ha sacado a la luz que este cariño no era como la canción de Manolo Escobar: “Ni se compra ni se vende el cariño verdadero, no hay dinero en el mundo si el cariño es verdadero”; todo lo contrario, ese cariño era al más puro estilo siciliano de la novela El Padrino. Pues bien, si como se desprende del auto judicial, el presidente de la Federación de Ceuta, Antonio García Gaona, recibió presiones al más bajo nivel moral de Ángel María Villar para conseguir su propósito y sucumbió a sus encantos por muy lícitos que pudieran ser y, a pesar de ello, nos lo presenta como nuestro Ángel Celestial, un gestor que nos daba su apoyo INCONDICIONAL “quiere a Ceuta y mucho”, Gaona está tomando el pelo a todos los caballas, porque sucumbió a las presiones o amenazas de un mal gestor y engañó al pueblo de Ceuta presentándolo como un Ángel para nuestra ciudad cuando su apoyo era precisamente, con condiciones y muchas, entre otras, el voto de esta Federación de Fútbol. Es decir, conmigo o contra mí. Si los hechos son como refleja el auto judicial y Antonio García Gaona fue presionado hasta el punto de cambiar su posicionamiento debe dimitir de su cargo, porque no se le puede tomar el pelo a un pueblo entero resaltando “LOS FALSOS CARIÑOS A LOS CEUTÍES” de un personaje que tiene comportamientos que nos recuerda al novelado Vito Corleone. No existen excusas que justifiquen tanta mentira, ni de objetivos conseguidos, porque en las sociedades decentes y democráticas todo no vale para conseguir los objetivos y, mucho menos, cuando se representa de alguna manera el nombre de Ceuta. No dudo de la honradez de Gaona, ni de la ilusión que puede tener por inaugurar unas instalaciones que, por desgracia, han mancillado la dignidad de los ciudadanos de Ceuta; no dudo del apoyo que puede tener de los clubes, pero mentir descaradamente a un pueblo es motivo suficiente para no representarnos ni un minuto más. Es una opinión que hago sin estar metido en el mundo del fútbol, ni tener ninguna opinión negativa sobre Gaona, al que conozco desde niño, pero me parece una inmoralidad hacer homenajes y resaltar los FALSOS CARIÑOS A LOS CEUTÍES de personajes inmorales que tratan de someter la voluntad y la opinión del futbol ceutí a cambio de ayudas. No estoy juzgando presuntos delitos y, mucho menos, vulnerando la presunción de inocencia de Gaona, porque eso lo decidirá la justicia. Sólo Gaona sabe si recibió o no presiones y deberá actuar en consecuencia, pero no estaría de más que el día de la inauguración los ciudadanos mostrarán su rechazo a esta utilización del nombre de Ceuta, aunque por desgracia, ya estamos acostumbrados a los FALSOS CARIÑOS A NUESTRO PUEBLO y a la pasividad de los que tienen la obligación de exigir responsabilidades y coherencia a tanta falsedad. Gaona debe dimitir por mentir a los ciudadanos y presentarnos a un Villar angelical, cuando su comportamiento está más cerca del infierno que del cielo.