Me acompañó la ilusión, las ganas, la emoción, las ideas de coger unas instantáneas, de ver a nuestros queridos Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar.
Vi unas calles llenas de personas con esa musicalidad que se observaba en sus caras. Desde las de tener la sonrisa en la misma, a la de ser mejor receptores de los instantes.
Los nenes tenían esas ganas y esos momentos donde la reflexión, la inquietud, la captación de las órdenes de sus mayores, hacían estar en una tensión muy especial.
Los corrillos de las familias y amigos, intentando fijar zonas para que cuando llegaran los caramelos a su zona, fueran recibidos con esas ganas de llenar sus bolsillos, las bolsas, los paraguas, y todos los artefactos habidos y por haber para que no se perdieran los primeros regalos que provenían del más allá, o en este caso los tronos de los pajes o los mismos Reyes Magos.
Muchos impactos en muchas partes de nuestro cuerpos, que eran agradecidos por encontrar ese bien primario de una golosina que nos había venido de un lugar cercano, pero un mucho lejano que estaba allí, y aunque le dijéramos “¡¡aquí!!”, o nos ignoraban o a veces no llegaban por la falta de fuerza del distribuidor de esos manjares que deseábamos tener en las alforjas de nuestra ilusión y también de nuestras ganas de luego decir a nuestros allegados que hemos podido coger tal cantidad de monedas de chocolate y toda la variedad de caramelos.
Vi al lado mío un niño que el pobre a parte de la emoción, solo hacia comer todo aquel caramelo que le iba cayendo en su lugar de influencia. Casi a dos carrillos chupando y masticando esa cantidad de azúcar que yo creo que nunca más le dejarán hacer por prevenir las caries de su futura dentadura y evitar las prótesis que por ejemplo yo llevo hoy en día.
Pero también en la carretera estaban otras maravillas. Esas jóvenes y nenas que con sus trajes de ensueño daban colorido, ritmo y muchas ganas a las cabalgatas.
Se notaba que no era mera improvisación, ya que hacer los mismos movimientos un gran número de jóvenes eso no se consigue en dos días.
Un diez a esos hombres y mujeres que han hecho posible esa marea de futuros artistas de nuestra querida ciudad autónoma de Ceuta.
Y para rematar el gran espectáculo, también hay que dar un diez al comportamiento de todos los que estuvieron como espectadores ya que no se observo ningún incidente.
Una tarde - noche maravillosa y que será muy difícil igualar para nuestras autoridades en próximas fechas.