“Es importante luego trasladar a nuestros lugares de origen la experiencia de la interculturalidad y la interreligiosidad de Ceuta”, señala Juan Bautista Heras, representante de Confer (Conferencia Española de Religiosos) y coordinador de los campos de trabajo que esta entidad realiza junto a Cáritas en Ceuta, Tánger y Melilla. Tras seis años desarrollando esta actividad en la ciudad autónoma hermana, este año es el primero que ambas organizaciones han planteado esta misión ceutí a pequeña escala para conocer de primera mano el trabajo social que se hace en el CETI o desde la Asociación Elín.
“Nosotros entendemos que la frontera es un concepto más amplio y comprende todo el espacio geográfico de esta frontera sur entre Europa y África, no como el lugar concreto donde la gente pasa de un país a otro”, apunta Heras, un religioso que ha venido a Ceuta junto a tres religiosos más (Vicente, María Ángeles y Gema) y una seglar más joven que el resto (Rosana).
Desembarcaron hace pocos días y estarán hasta el día 30 en Ceuta realizando tareas de apoyo en el CETI o en la Asociación Elín impartiendo clases de español o ayudando en talleres didácticos, pero también quieren imbuirse en la esencia caballa y conocer de primera mano cómo se vive en este enclave marcado por las cuatro culturas que conviven y donde la frontera es el punto al que se dirigen las miradas. “El objetivo es vivir una experiencia de solidaridad y fraternidad en el contexto de las migraciones”, señala el religioso.
El grupo del campo de trabajo que se encuentra en Ceuta estos días
Precisamente, han visitado el Tarajal para ver cómo se coordina un punto fronterizo pero también han podido conocer el trabajo de atención socio-sanitaria de Accem en el Centro de Estancia Temporal de Atención de Inmigrantes, acercarse al majestuoso Templo Hindú, ver de cerca el trabajo de diferentes parroquias así como de la propia Cáritas a nivel local. Están muy agradecidos con la acogida y la atención de las religiosas de las Hermanas Adoratrices, ya que el punto base de este campo de trabajo es el Colegio Santa María Micaela de esta orden.
“La experiencia con los jóvenes inmigrantes en las clases ha estado muy bien”, reconoce Heras, aunque puntualiza que como el grupo está formado por maestros es algo que les toca de cerca. Sobre Ceuta la impresión que se están llevando es positiva, “de ciudad acogedora”, aunque conscientes de cómo puede variar en cuestión de horas la situación de la presión migratoria. “Vemos muy buena organización en general”, apunta el religioso que coordina este campo de trabajo y que subraya la importancia de volver con el testimonio de una experiencia muy buena sobre la convivencia en Ceuta.
Aquí la solidaridad sólo va en un sentido.