El momento más emotivo de la visita ministerial se produjo en el salón de actos del Universitario cuando la ministra impuso la Cruz de Sanidad a Francisca Ramírez Molina, conocida en Ceuta como Paquita, quien trabajó 50 años como matrona en la ciudad. De esta forma, Paquita ingresa en la Orden Civil de Sanidad.
La popular matrona, que se definió a sí misma como “charlatana”, se mostró muy agradecida por la distinción: “Me siento contentísima porque ser merecedora de una cosa así después de 50 años que he estado trabajando, pues ahora estoy loca de contenta. Ahora a esperar lo que Dios quiera”, aseguró la galardonada con una gran sonrisa en el rostro.
A pesar de cinco largas décadas en el tajo, Paquita quiso dejar claro que no se jubiló a los 70 años por voluntad propia: “Hoy las personas, no sé por qué motivo, se quieren jubilar a los 65 años. ¡Si yo me jubilé con los 70 porque no me quería jubilar! Lo que pasa es que cuando cumplí 70 me dijeron ‘vete ya que tú no puedes estar más aquí’. Pero yo no me quería ir, todavía tengo agilidad para trabajar, pero como no podía ser pues aquí estoy. Después de 50 años, fíjate”, comentaba.
Escucharla hablar es asistir a una clase de historia de la sanidad caballa: “Yo he trabajado en el hospital de la Cruz Roja de Ceuta Real 90 que eso no lo conocieron muchos ceutíes de ahora. Fue el primer hospital de aquí. De allí me pusieron en el otro, el anterior a éste, allí he estado treinta y pico de años. Y ya de allí me tuve que jubilar porque había cumplido 70 años”. Paquita no paraba de contar anécdotas de aquellos tiempos ante la entregada mirada de su marido.
“También he trabajado 35 años en el Hospital Militar y yo he tenido todo los seguros de Ceuta, los libres, el Instituto Social de la Marina. Fui a Madrid e hice unas oposiciones para sanidad civil. Lo no sé es cómo he podido tener los tres hijos que tengo, porque después de estar trabajando durante tanto tiempo no caía enferma en la cama”, decía momentos antes de recoger su cruz.
Y remontando, remontando, Paquita llega a un tiempo muy lejano: “En aquella época la mitad de las mujeres parían en sus casa y yo las asistía. Luego tenía que ir a lavarles el niño hasta que perdían la tripita. Tres, cuatro, cinco días. Tuve uno que fueron 20 días”. Desde aquello ha llovido mucho, es hora de que descanse, aunque sea obligada.