La ‘IV Semana de Infancia y sociedad contemporánea: menores y familia’, organizadas por la Facultad de Educación y Humanidades, dio comienzo ayer, aunque no según el programa previsto ya que la catedrática de Psicología Básica de la Universidad de Vigo, Francisca Fariña, que era la primera ponente de la tarde, no pudo asistir a esta jornada, lo que obligó a que fuera uno de los docentes de la Facultad el que impartiera la conferencia ‘El valor de la implicación educativa familiar’.
La ponencia planteaba la implicación familiar en la educación del menor, fundamental para redundar en la “mejora educativa” del estudiante. El ponente exponía que esta cooperación no redundaba únicamente en la “mejora del resultado escolar o de las notas”, sino que revertía en la educación en general. “La implicación de la familia se traduce en un desarrollo del menor”.
Los beneficios no se dirigen sólo al estudiante y a su desarrollo integral, sino que también abarca a la propia institución escolar. “El docente tiene más tiempo para dedicarse a la enseñanza porque no lo pierde en resolver problemas”.
Un tercer beneficiado de esta cooperación entre la entidad educativa y la familia, revierte directamente sobre esta última. “Comprende mejor la escuela y sabe ayudar al menor que tiende a establecer habilidades sociales y una dinámica más participativa”, explicaba el conferenciante.
Durante su intervención, el ponente también desgranó el grado de participación familiar en distintas zonas del mundo. Según estudios elaborados en Estados Unidos, la participación integral de la familia en el ámbito educativo comprende una de cada diez familias. En seis de cada diez casos, dicen apoyar a la escuela de forma esporádica, lo que se traduce en reuniones entre padres y educadores.
En el caso concreto de nuestro país, las estadísticas son similares, seis de cada diez familias aseguran participar, aunque según el conferenciante “apenas dos lo hacen realmente”.
En cualquier caso, la mayoría de las relaciones establecidas entre familia y educadores se basan en “situaciones problemáticas”, a partir de la demanda del propio centro educativo, bien sea por cualquier acto indebido del alumno, bien por un “progreso escolar no adecuado”.
Otro de los datos aportados hacía alusión a que las madres son más participativas que los padres. De cada diez reuniones con docentes, ocho corresponden a madres de alumnos y dos a padres.
Las jornadas se desarrollarán hasta mañana jueves con la presencia de varios ponentes de distintas entidades y universidades.