Curioseando por las redes sociales doy con un video extraído de las retransmisiones de feria de RTVCE en el que el personal del medio homenajea al popular presentador, ya en pleno disfrute de su jubilación. Me pongo en la piel de mi amigo Higinio y comprendo su incontenida y sincera emoción ante las secuencias y testimonios de su vida profesional que, en cascada, iban sucediéndose en la pantalla ilustrando su adiós a la profesión.
No exagero si digo que Molina es el paradigma de la vocación radiofónica. Una especie de veneno difícil de explicar, que comparto. “Es que uno, si pudiera, lo haría gratis. Vamos que hasta sería capaz hasta de pagar por colocarme ante el micro… Pero cuidado. Que no nos oigan los empresarios porque te cogerían la palabra”, solía decir.
Conocí a Higinio hace más de medio siglo cuando, los sábados, acompañaba a su venerado padre Arenillas a los vetustos estudios de la E.A.J. 46 ‘Radio Ceuta’, ante cuyos micrófonos el ejemplar sacerdote ofrecía su acostumbrada charla semanal religiosa, previa reseña del Evangelio cuya lectura cedía a la bien timbrada y serena voz del chico. Lo recuerdo con la mirada fija puesta en mí a través del cristal de la pecera observándome manipular los equipos y presentando a D. Francisco. Yo, a su vez, jovencísimo por entonces, no perdía punto de su pausada y segura proclama, como adivinando que en esa voz había futuro y así se lo manifestaba repetidamente al inolvidable sacerdote.
“Es que a este chaval le encanta leer a los demás. Lo hace en la misa y en la primera oportunidad que se tercia”, me decía el P. Arenillas. Y mira por donde, días atrás, el propio Higinio, pegando la hebra con el común amigo Alemany y conmigo, volvía a repetirnos aquello de la radio gratis. “Me fascina el leer. Recrearme con la dicción. Llevar a los demás la palabra. Cómo será que estoy dándole vueltas a una idea al respecto que…”
Como tantos jóvenes ceutíes de la época, Molina comenzó a trabajar en un bazar de la calle Real, pero él seguía soñando con el salto a la radio. En su casa había montado un rudimentario estudio de grabación con el que comenzaba a ejercitarse este autodidacta profesional de la radio. Estando en su trabajo le confiaron la labor de grabar los encuentros de fuera de casa de la extinta A.D. Ceuta para el Video Comunitario de la época, el embrión de la televisión local. Un día se presentó en ‘Radio Ceuta’ ofreciéndoseme para hacer, con su propia grabadora, las entrevistas postpartido con el fin de emitirlas en mi programa. Adelante, le dije de inmediato.
Enlazando con aquella positiva experiencia le llegó su anhelada oportunidad con la entrada en funcionamiento de la desaparecida ‘Radio Perla’. Con una programación cien por cien local era el medio idóneo para terminar de formarse y consagrarse como un auténtico profesional. Allí hizo de todo, pero en el recuerdo me queda su programas de la media noche, el único espacio de esta índole que ha conocido la radio ceutí en tal peculiar franja horaria.
Pasados unos años, el editor de este diario se fijó en él. Un nuevo reto, pues el medio prensa le era desconocido totalmente. Pero lo de la prensa era transitorio. Justo el tiempo que tardara la empresa editora conseguir una licencia con la que habría de emitir ‘Cope Ceuta’, cuya dirección se le confió. El arranque de la emisora fue espectacular en el ranking de audiencia local, al lograr hacerse con un entusiasta equipo de colaboradores que con él hicieron posible “la radio de aquí”, como proclamaba en su indicativo la voz de Higinio.
Reestructuraciones empresariales posteriores le hicieron retornar a ‘El Faro’. No quisiera pecar de indiscreto si digo que para aquel gran amante de la comunicación, la prensa no era precisamente su gran pasión. De ahí que no se pensara dos veces la llamada de RTVCE, tras constituirse la misma, en la que como consagrado profesional ha desarrollado con su proverbial manejo del medio sus últimos quince años en la profesión.
-Pero lo tuyo no es la televisión, le dije en cierta ocasión. “Cierto, pero hay que rendirse a la evidencia. Estas emisoras locales qué otra cosa son si no radios con imágenes cuyo poder de penetración es impresionante, nada comparable con la radio tradicional”, me respondió. Y es así.
Profesionalmente nos dijo adiós, sin discusión, una de las mejores voces de la historia de la radio ceutí, la de un radiofonista como hecho a la medida del medio. Con su llaneza sin afectación, próximo al oyente, a su pueblo, cordial, entrañable, directo, tal y como es en persona…
“Vecinas, vecinos”, este es mi buen amigo Higinio Molina.