Ya se sabe lo que ocurre en el lugar de trabajo personal: que las cosas están colocadas según la forma de ser del usuario, Un bolígrafo por aquí y otro por allá, papeles sueltos en lugares estratégicos de la mesa para que no se olviden aunque allí se pasen bastantes días y desaparezcan de improviso porque Jeannette, al limpiar, ha estimado que estarán mejor en la parte baja de una mesa de centro y así no se verán, quedando la mesa de trabajo más limpia. Uno refunfuña un día hasta que las cosas vuelven a estar como estaban. O sea, desordenadas.
Pero ayer resultó un día especial porque la que tomó cartas en el asunto fue mi hija Elvira que suele venir por casa, casi a diario, a “darme una vuelta” desde que falleció su madre. Yo estoy feliz con esas visitas cortas, pues duran poco más de lo que se tarda en tomarse una infusión de manzanilla y charlar del algunas cosas más o menos corrientes, aunque ayer la emprendió con mi mesa de trabajo, por lo menos de lo que le llamaba más la atención por su desorden- En nada de tiempo pasaron a la papelera, entre otras cosas, un montón de bolígrafos secos y restos de lápices. Fue una buena limpieza, que la agradezco, y espero que algún que otro día volverá a darse otra sesión. según le parezca a ella. Es verdad que suele ser corriente que cada persona esté satisfecha con su forma de actuar y asó ocurre que muchas cosas las damos por buenas o, por lo menos, aceptables ya que en realidad nos hemos acostumbrado a ellas y no pasan de ser ligerezas. Por eso nos viene bien que alguien nos diga que hay que mejorar tal o cual actuación. Nos gustan demasiado nuestros propios defectos. A veces hasta recomendamos a otras personas alguno que otro de esos defectos. Por eso viene muy bien que alguien nos coja del brazo y nos diga, con todo cariño, que hay desorden en nuestra vida, que es algo así como nuestra mesa de trabajo, y que conviene poner orden en ella. No siempre se recibe bien esa cariñosa indicación, pero seamos sensatos y vayamos adelante con nuestro quehacer perfectamente limpio, tanto de viejas cosas como de otras más recientes o, incluso, actuales. Yo deseo que venga por casa mi hija Elvira pra que me vaya poniendo al día. Son muchas las cosas en las que uno está equivocado y hay que rectificar, tanto por el bien propio como por el de los demás. ¿no tienes a alguien que pueda llevar a cabo, contigo, esa misión? Piénsalo y comprobarás que hay quienes se preocupan de tu quehacer en la vida. No les preocupa más que la limpieza y el orden en el caminar de tu vida. Hoy, más que nunca, se hace necesaria una extraordinaria limpieza de tu mesa de trabajo: de tu vida, en definitiva.