Las promesas políticas que tradicionalmente se han efectuado para mejorar la frontera han caído en saco roto. Durante años se han efectuado inversiones erráticas, inhumanas incluso, que han terminado por convertir el paso del Tarajal en una auténtica vergüenza, en el otro mundo donde se ve de todo, se permite casi de todo y se sufre y padece demasiado.
Como suelo ser escéptica en cuanto a las promesas hechas por la clase política, aún no creo que consiga darle un giro completo a este monumento a la vergüenza. No lo creo porque son ya demasiados los titulares escritos contando lo mismo: inversiones millonarias, mejoras... pasa el tiempo y nada llega mientras que los hombres y mujeres que sortean el paso se convierten en auténticos héroes capaces de soportar unas condiciones infrahumanas, que no son ni propias para los animales.
Cada día amanece en el Tarajal con conflictos, con apelotonamientos, con cierres fronterizos que carecen de explicación alguna, con situaciones indignantes que tienen que soportar los hombres, mujeres y niños que cruzan la terrible línea roja. Marroquíes, pero también españoles, que se han acostumbrado a cruzar una frontera en donde no hay orden ni control, en donde prima la ley del ‘cómo se levante ese día’ el turno en cuestión. Abusos, tropelías, situaciones indignantes se dan la mano día tras día sin que nadie haga nada. Se aplaudió la gran deshonra de construir un tubo en el paso para la salida de porteadores. Un atentado contra los derechos humanos que se ha mantenido con los gobiernos del PP –el que lo construyó– y el PSOE –el que lo mantuvo–. Nada cambia salvo el discurso basado en propósitos, en soluciones y medidas siempre sometidas al dinero que ahora no está y que cuando estuvo desapareció a saber por dónde.
Que una mujer, trabajadora, que tiene que sacar adelante a una prole de hijos, que se levanta de madrugada para cruzar el Tarajal y ganarse la vida de forma honrada, tenga que ser aplastada por la masa, despreciada por los malos modos del de turno, golpeada porque sí... es tan indignante que no se entiende como, a diario, puede mantenerse esta situación.
Eso sí, somos los mejores en las relaciones con Marruecos, tenemos la compenetración en materia fronteriza que nunca hubo, todo funciona mejor que nunca... Claro habrá quien guste de creerse mentiras, quien guste de creerlas ahora, creerlas hace años y seguir creyéndolas en el futuro.